Manuel Seoane nació en marzo de 1902 en la localidad de Piñeyro, un barrio de Avellaneda que está pegado a Gerli y a Valentín Alsina. Hijo de familia española, siempre se destacó entre sus vecinos por mostrar una capacidad natural para jugar al fútbol y adaptarse a cualquier situación. Trabajó de chico en una fábrica de lanas y tras un efímero paso por el club Sudamérica (su sede desvencijada todavía existe) se incorporó a Progresista, el equipo más fuerte del barrio.
El club Social y Deportivo Progresista se había fundado al mismo tiempo que nacía Seoane. Su cancha estaba ubicada en Sargento Cabral y Arenales, siempre dentro del barrio. Luego se iría a Villa Domínico, llevando siempre la camiseta verde y blanca a rayas verticales. Allí Seoane hizo sus primeros pasos, jugando parte del torneo de 1920 en Intermedia, la segunda categoría de aquellos años. Tenía apenas 18 años y ya resaltaba en un equipo que acabó tercero en la zona Sur de la Asociación Argentina, detrás del vecino El Porvenir y de Sportivo Avellaneda.
Según explica Claudio Keblaitis en su deliciosa trilogía «Alma Roja» en el segundo tomo «Juan Rojas, centreforward de Progresista le habló al dirigente Santiago García de un tal Manuel Seoane, un joven insider de 18 años que es la figura del club de Intermedia. García recordó que dicho jugador estuvo a punto de incorporarse a la institución roja dos años antes pero lo apalabraron y le pidieron que se fogueara un poco más en Progresista. El delegado García le prometió que lo incluirían en algunos amistosos en el inicio de 1921 para evaluarlo. De repente, fue incluído en un partido de la intermedia de Independiente que enfrentó a Estudiantes de Buenos Aires. Ganaron los rojos 5 a 1 y Seoane convirtió tres goles.»
El futuro ídolo jugó en la victoria 2-0 contra el campeón River, le hizo dos goles a Vélez y no paró de impresionar a compañeros, dirigentes e hinchas con sus buenas actuaciones. El 3 de abril de 1921 debutó contra Racing, en la primera fecha del torneo de la Asociación Amateurs, porque el fútbol estaba dividido en dos «AFAS» en tiempos de dirigentes enfrentados. Lo ganaba la Academia por 1-0 y se suspendió por la lluvia a los 45m. Una semana después, el rojo venció como visitante a Lanús por 2-1 y Seoane hizo el gol de la victoria, a falta de cuatro minutos con el partido empatado, tras tomar un rebote en el travesaño. Y una semana después, asentó su puesto al hacerle un gol a River, en el triunfo de su equipo por 3-1, cuando apenas iban cuatro minutos.
En aquel primer año de participación estelar, Manuel Seoane ya era «la chancha». Su escaso 1.70m y sus 82 kilos le habían valido el apodo, pero su visión para el arco rival, su gambeta desconcertante y su oportunismo lo ponían muy alto en la consideración popular. El rojo terminó tercero detrás del campeón Racing y de River, Seoane fue el goleador del equipo con 18 conquistas y ya era cosa seria.
Con 20 años cumplidos, su enorme capacidad goleadora lo consagró en 1922, el torneo que ganó Independiente en un torneo de 40 fechas, con 30 triunfos y 5 derrotas. La ya popular Chancha metió 51 de los 94 goles del equipo, sacándole 29 goles de diferencia a su escolta, el gran Antonio Duarte, centrodelantero de Platense. Esa temporada de 1922 fue impresionante. Seoane le hizo cinco goles al Club Palermo en el 6-0 jugado en la vieja canchita de Humboldt y Soler. Además, le metió tres pepas a Ferro, San Isidro, Estudiantil Porteño, Vélez y Estudiantes de Buenos Aires.
En 1923 pintaba con la misma capacidad goleadora, pero una supuesta agresión al juez Manuel Álvarez provocó que la Asociación Amateurs lo suspendiera por un año y medio. Por suerte para «la Chancha» existía la Asociación Argentina, así que llevó sus goles a El Porvenir. Allí disputó 27 partidos oficiales del torneo de Primera convirtiendo 14 goles. En 1925, a la vuelta de la gira con Boca Juniors por Europa -donde fue especialmente invitado- contribuyó al excelente tercer lugar que consiguió El Porvenir detrás de Huracán y de Nueva Chicago.
En la gira que popularizó a Boca, Seoane se convirtió en la figura del combinado (había otros cuatro jugadores de otros equipos) al marcar 12 goles en 16 partidos, la gran mayoría de ellos en España. Ya para 1926 y como había cumplido la suspensión, regresó a Independiente. Ese año volvió a salir campeón con el Rojo y su producción fue fundamental, ya que señaló 30 goles en 25 partidos, convirtiéndose en el goleador del torneo.
Entre 1924 y 1926 había integrado la selección nacional mientras estaba en El Porvenir, jugó la tarde en la que Cesáreo Onzari hizo el «gol olímpico» a Uruguay en la cancha de Sportivo Barracas y fue clave para los tres campeonatos sudamericanos que ganó la Selección Nacional en esos años veinte. Su campaña con la albiceleste fue de 18 partidos y 10 goles, con el plus de haber sido entrenador del equipo argentino entre 1935 y 1937, con 7 triunfos, un empate y dos caídas.
No participó de los Juegos Olímpicos de 1928 ni del mundial de 1930 por diferentes cuestiones. En cambio, jugó los primeros dos años del profesionalismo en buena forma. Hizo 12 goles en 1931 y 22 tantos en 1932, cuando el rojo peleó mano a mano contra el poderoso River -el flamante «millonario»- de Bernabé Ferreyra y cayó en el desempate, ya que habían igualado en puntos. Ese final de torneo estuvo salpicado por los golpes que recibieron Seoane y Ravaschino, los dos cracks que Independiente tenía en ataque, en un partido con Quilmes, lo que motivó denuncias por incentivación de River hacia los rudos defensores quilmeños.
Alcanzó a jugar cuatro partidos en 1933 y se retiró el 8 de octubre cuando Ferro venció a Independiente por 2-0 en Avellaneda. Los golpes, las lesiones, su lentitud para desplazarse, le pasaron factura. Dejó un historia enorme, fue el gran goleador rojo antes de Arsenio Erico y por un año no alcanzaron a jugar juntos aunque sea una vez. Con la casaca de Independiente hizo 196 goles en el amateurismo y 34 en la liga profesional. En total, Seoane suma 230 goles en partidos de campeonato con 267 presencias entre 1921 y 1933. Sumando su participación en las copas nacionales de la época, le agrega 11 presencias y 9 goles al rojo. Total final personal de Seoane: 278 partidos jugados y 239 goles. Enorme logro.
Con el agregado de El Porvenir suma 27 partidos y 14 goles en el período 1924-25, añadiendo 5 partidos y 2 goles en las copas nacionales que disputó por ese tiempo el cuadro de Gerli. Convertido en el máximo goleador del amateurismo, Manuel Seoane falleció en Quilmes, el 21 de agosto de 1975 a los 73 años. Se fue, pero quedó su figura, sus goles, su estampa, su enorme clase.