El criticado arquero, que salió campeón dos veces en el Xeneize, es uno de los tantos que no se formó en el semillero del club. Las excepciones.
Agustín Rossi cumplirá 23 años el próximo 21 de agosto. Se inició custodiando el arco de Chacarita, pasó rápidamente por Estudiantes de La Plata, jugó un corto lapso para Defensa y Justicia llegando a Boca para jugar la segunda parte del torneo largo de 2016. Debutó el 11 de marzo del año pasado en la cancha de Banfield (victoria boquense por 2-0) y atajó todos los partidos hasta que terminó el campeonato. Salió campeón con sus compañeros.
Mantuvo la titularidad para el torneo 2017/18 y disputó 26 de los 27 partidos siendo reemplazado en la última fecha por Guillermo Sara. Salió campeón nuevamente y su arco recibió 22 goles en contra, 19 cuando fue el arquero xeneize. O sea que actuó en dos torneos y ganó ambos. Aunque hoy, para el grueso del periodismo deportivo nacional no ha cubierto bien su puesto y debe ser cambiado. El operativo clamoroso por sacarlo a Rossi del arco de Boca se vende periodísticamente y se explica a través de los supuestos voceros gratuitos con el argumento de que no es seguro, no transmite confianza, no sonríe nunca, no produce atajadas espectaculares.
La dirigencia de Boca le está buscando un competidor desde hace rato. Agustín Marchesín, Mariano Andújar, el colombiano Ospina, Fernando Muslera, Claudio Bravo, Alexis Martín Arias, Willy Caballero, Marcelo Barovero, Guido Herrera, Sergio Romero, Esteban Andrada, ahora hasta se atreven a mencionar a Eiji Kawashima, el arquero de la selección japonesa, de buena actuación en la reciente Copa del Mundo y están hablando de Marcos Díaz, el uno de Huracán.
Mientras tanto, zarandeado por tanta irresponsabilidad, Agustín Rossi trata de surfear encima de la avalancha de nombres, supuestamente todos mejores que él. Los hermanos Barros Schelotto dicen que lo quieren como arquero titular, pero la búsqueda sigue y se amplía por la resonancia de los medios y de las redes sociales. Lo que llama la atención es que nadie se haya fijado en los arqueros que generan las propias divisiones inferiores, algo que siempre ha sucedido y se vuelve a registrar en el arco boquense.
Si hacemos un meticuloso recorrido por los cuidapalos de Boca en su historia nos vamos a encontrar con contadísimos arqueros que salieron de sus entrañas. El primero y muy importante fue, en tiempos del amateurismo, Américo Tesorieri. Nacido en 1899, atajó para Boca entre 1916 y 1927, con un año jugando para Colegiales en 1921, que por entonces se llamaba Sportivo del Norte. Ganó 13 títulos con Boca y pasó los 200 partidos entre torneos locales y copas nacionales.
En las primeras décadas del profesionalismo el arco boquense fue ocupado por el rosarino Juan Elías Yustrich (1932-37), Juan Estrada (inferiores de Huracán, 1938-43), Claudio Vacca(también del semillero del Globo, titular entre 1943 y 1950), el chaqueño formado en Newell’s Julio Elías Musimessi (1953-59) y el fornido y atlético Antonio Roma (llegó para 1960 tras cinco años en Ferro Carril Oeste y se mantuvo hasta 1972). O sea que en cuarenta años, cinco arqueros dejaron su enorme sello en el arco xeneize, ninguno surgido de las divisiones inferiores.
Recién con la aparición de Rubén Omar Sánchez, Boca pudo disfrutar de un arquero puro del club, que se mantuvo durante varios años como suplente de Roma y en varios lapsos alcanzó la titularidad. Sánchez fue el número uno auriazul en el Nacional de 1968 y también en 1969, cuando Boca ganó el torneo en la cancha de River. Disputó la primacía con Roma y se quedó definitivamente con el arco auriazul a mediados de 1972 hasta fines de 1975.
Luego llegarían varios ciclos largos de arqueros surgidos en otros clubes: Hugo Orlando Gatti fue comprado a Unión de Santa Fe pero había surgido en Atlanta durante 1962 y debutó en el arco de River el 26 de abril de 1964 con apenas 19 años algo que hoy sería casi imposible, de acuerdo a lo que pregonan los que creen que tiene que haber un superhombre cuidando los palos boquenses o riverplatenses. Jugaría para Boca entre 1976 y 1989, ganando la ansiada Copa Libertadores dos veces. Después llegaría el turno de Carlos Fernando Navarro Montoya, que se mantuvo entre 1988 y 1996. Para 1997 y ya bajo la presidencia de Mauricio Macri (quien había prometido que en el futuro los equipos boquenses tendrían nueve o diez jugadores surgidos del semillero propio) llegó el colombiano Oscar Córdoba, un arquero de excepción, que jugó cinco temporadas.
Tras la partida de Córdoba con toda su secuela de éxitos de todo tipo, aparecieron Gustavo Eberto y Wilfredo Caballero, que tuvieron poco rodaje. Eberto falleció en plena carrera por una grave enfermedad. Alejado el colombiano, Roberto Abbondanzieri llegó desde Rosario Central y fue el dueño del arco que usaron muy poco tiempo Ezequiel Medrán (de Atlético de Rafaela), el paraguayo Bobadilla, Mauricio Caranta (de Instituto), Pablo Migliore (de Huracán) y recién le llegó el turno a un arquero nacido y criado en Boca: Javier García.
Quien hoy defiende el arco de Racing, se mantuvo cinco temporadas pero debió rotar en el arco boquense por rendimientos irregulares. Alcanzó la titularidad en 2010 y luego perdió el puesto con Cristian Lucchetti, mendocino de largo paso por Banfield. Para el ciclo 2011/2012, el arco quedó en manos del experimentado Agustín Orión, emblema de San Lorenzo con exitoso paso por Estudiantes dela Plata. Orión se mantuvo firme y eventualmente fue reemplazado por arquero del club como Sebastián D’Angelo, el patagónico Emanuel Trípodi, el ex Independiente Oscar Ustari o el uruguayo Sebastián Sosa.
En los tres últimos años, la historia es conocida: dos arqueros de Atlético de Rafaela (Guillermo Sara y Axel Werner) y el apuntado Agustín Rossi, muy joven aún. Queda claro, entonces, que la historia de Boca se ha construido con arqueros con pasado en diferentes clubes y apenas hay un par de excepciones (Tesoriere, Rubén Sánchez, Javier García) que confirman la regla. Quien sustituya a Rossi –apoyado por un insólito clamor mediático- vendrá de otro lado.
Nota: 442 Perfil.com