A la hora de la verdad, cuando hay que tener la voz clara pero contundente para defender una opinión, una postura, el fútbol argentino tiene ejemplos como para que nuestro punto de vista nos proteja. La palabra, oral o escrita, el papel o la notebook, todo es utilizable para ampliar el concepto, formar ideas y ayudar a salir de la confusión general.
Nuestro torneo de primera división se terminó con el título que ganó Boca y volverá recién en los primeros meses del año próximo. Sin embargo, el torneo perderá brillo (si es que alguna vez lo tuvo) porque no habrá descensos y la cantidad de participantes subirá a 26. Mientras tanto, el lío que sigue generando incógnitas en la Primera Nacional no permite todavía hoy que se sepa cómo se disputará el nuevo certamen para clasificar a los dos que asciendan a la A.
En lugar del campeonato habitual, arrancó la Copa de la Liga Profesional, una competencia armada con seis grupos de cuatro equipos cada uno, donde los dos primeros avanzarán hasta que los dos mejor ubicados ganen una plaza para jugar la próximo Copa Libertadores y otra para la futura Copa Sudamericana. Ni más ni menos que eso. Sin suma de promedios, sin descensos, sin nuevos equipos.
Por esa razón, la mayoría de los equipos están presentando juveniles que en otra situación quizá no tengan la chance de debutar en primera, por las urgencias que nos envuelven. Los más poderosos, mientras tanto, se entretienen jugando las copas de esta temporada, que se habían suspendido por la pandemia y han vuelto dejando un panorama alentador para nuestro fútbol.
¿Por qué es alentador? Porque de los cinco participantes en la Copa Libertadores hay tres que han ganado la clasificación (Boca, Racing y River) para estar entre los mejores dieciséis. Otro, como Defensa y Justicia, perdió insólitamente su partido ante Santos como visitante y quedó afuera por un gol en el último minuto. Buscó el segundo tanto (estaban 1-1) y un contraataque lo sacó de la Libertadores, cuando empatando alcanzaba a clasificarse.
Tigre fue el único eliminado con la primera fase terminada. Con el alma y el esfuerzo puesto en regresar a Primera, el cuadro de Victoria fue presa fácil de sus compañeros de grupo, que lo dejaron muy abajo. Un flojo empate ante Bolívar de La Paz le permitió cosechar el único punto, ya que perdió los otros cinco partidos.
La temprana eliminación lo hizo cambiar de entrenador (se fue Néstor Gorosito) y Juan Carlos Blengio, un hombre de la casa, lo sustituye esperando se sepa cómo se jugará el minitorneo para volver a la A, en el que Tigre, a pesar de no haber hecho una buena campaña, es favorito porque tiene un plantel importante y cierto aval político que se supone lo impulsará aún más.
En la Copa Sudamericana, Defensa y Justicia pasó sin sobresaltos a Sportivo Luqueño, al que había superado en Asunción del Paraguay. Ahora enfrentará a Vasco da Gama, que sufrió más de la cuenta frente a Caracas pero aguantó el cero en la capital venezolana. Vélez pudo tomarse desquite de Peñarol (recordar aquella eliminación en las semifinales de la Libertadores en 2012 cuando Santiago Silva desvió un penal) y tras sorprender por el empate sin goles en Liniers, iba derechito a los penales en Montevideo, aunque una jugada discutible sobre el final le permitió ponerse en ventaja y aguantar el esfuerzo final de los carboneros uruguayos.
Su próximo rival será Deportivo Cali de Colombia, el cuadro verdiblanco que se mantuvo invicto hasta hace unos días y donde el mediocampista argentino Agustín Palavecino es la gran figura del equipo. Palavecino llegó hace dos años desde Platense, luego de destacarse en el ascenso del Calamar a la Primera Nacional.
Lo mejor lo produjo Lanús, que consiguió hacerle un tercer gol a Sao Paulo en el descuento del partido que ganaba 1-0 y 2-1 y estaba perdiendo 2-4 gracias a la recuperación del equipo local y a las gruesas fallas defensivas de los granates, que volvieron a repetir formación repleta de juveniles salidos del club, más el plus de Guille Burdisso (32) y Pepe Sand (40), los únicos grandes del grupo. El ingreso de Lautaro Acosta –que no estaba físicamente bien para jugar desde el arranque- le permitió juntarlos con Sand en la última jugada, para la habilitación del Laucha hacia Nicolás Orsini, que llevaba tres minutos en la cancha y pudo vencer al arquero Tiago Volpi con su remate esquinado.
Los tres goles de visitante hicieron el milagro. Bolívar lo esperará en la altura de La Paz y la búsqueda del milagro que consiguió hace pocos días el seleccionado argentino. Difícil la tiene Unión en el insoportable calor de Guayaquil ante Emelec, que lo superó en Santa Fe. Sin embargo, tres de cinco en la Libertadores y otros tres (por lo menos) en la misma fase de la Sudamericana, nos demuestran que nuestros equipos siguen adelante, pandemia y todo lo demás incluído y que el vapuleado fútbol argentino está vivito y coleando.