La dirigencia argentina provocó la ausencia nacional de la tercera Copa del Mundo que se disputó en el verano francés durante 1938. Seguía ofendida porque no se le había otorgado la chance de ser sede de aquella incipiente fiesta mundial. El desprecio por la decisión de Jules Rimet, presidente de la FIFA, tomó forma de boicot al nuevo torneo.
Los enojados popes argentinos pasaron por alto la calidad deportiva que tenía el fútbol nacional, que ya había mostrado sus credenciales quedándose con la Copa América de 1937. No podían saberlo, pero al clausurar la chance de jugar en Francia el Mundial de 1938, le cerrarían la puerta a la participación hasta mediados de los años 50.
Para colmo, el campeonato de Primera de 1938 fue el mejor y más espectacular de toda la historia de nuestro fútbol. Disputado por 17 equipos en dos ruedas y todos contra todos, resultó impresionante y a medida que pasó el tiempo su recuerdo se agiganta todavía más. Se hicieron 1334 goles en los 256 partidos jugados, a razón de ocho encuentros por fecha y con un equipo que tenía jornada libre.
Independiente ganó el torneo con una producción supersónica: ganó 25 partidos, empató tres y perdió 4. Hizo 115 goles, con un promedio de 3,60 por fecha. Tuvo en el paraguayo Arsenio Erico al goleador del campeonato con 43 tantos. Erico metió 31 en jugadas, 11 de cabeza y apenas un gol de penal. Además, el Rojo –que ganó su primer título profesional ese año- tuvo a la defensa menos vencida, con 37 tantos, 12 menos que River, clasificado subcampeón.
Tres equipos pasaron los 100 goles a favor: Independiente (115), River (105) y Racing (102) y otros tres sufrieron 100 o más tantos en las 32 fechas: Platense (100), Tigre (102) y Talleres (103). El campeonato de 1938 fue la fiesta del gol, porque apenas cuatro partidos terminaron 0-0: Atlanta-Racing, Boca-Gimnasia y Talleres-Vélez, pero lo increíble fue que Tigre, con la segunda defensa más goleada (102) mantuvo el marcador en blanco ante Independiente (115), la máquina goleadora del momento. El partido se jugó el 18 de agosto en Victoria –Tigre había inaugurado su actual estadio en 1936- y damos fe de que jugaron Erico, Vicente de la Mata (en la foto principal flanqueando a Sastre) y José Vilariño, sus tres máximos anotadores. Entre los tres, hicieron 87 de los 115 goles rojos.
En 94 de los 256 partidos de 1938, hubo 6 o más goles. Resaltan los tres empates 5-5 que hubo ese año. El 22 de mayo, Platense recibió a Racing en Manuela Pedraza y Crámer: la Academia ganaba 4-0 a los 40′ con tres goles del tanque Evaristo Barrera y uno de Mateo Pont, pero su rival produjo el milagro de ponerse 5-4 en el segundo tiempo, gracias a Juan Prado (2), Adolfo Juárez, Máximo Fernández y Cataldo Spitale. A siete del final, Vicente Zito, la Bordadora, clavó el empate definitivo de un partido inolvidable por la reacción del Calamar.
También finalizaron 5-5 el 14 de agosto Ferro y Vélez, en Caballito. Oeste lo ganaba 4-1 y 5-3, pero Lorenzo Tornaroli y Genaro Canteli sellaron el empate final sobre la hora. En cambio, el flamante Monumental de River –inaugurado en mayo de ese año- fue escenario del espectacular intercambio de goles entre los Millonarios y San Lorenzo. El 16 de octubre, el Ciclón se puso arriba 1-0, 2-1, 3-2, 4-3 y 5-3, cuando el arquero Besuzzo le detuvo un penal a Alarcón, lo que podía haber puesto 6-3 para San Lorenzo el resultado. Reaccionó River, descontó Pedernera y Vaschetto estampó el empate con un cabezazo, aprovechando un tiro libre de Carlos Peucelle.
Ese mismo torneo de 1938 permitió que Racing, que finalizó cuarto detrás de San Lorenzo, produjera una racha espectacular con 24 goles en tres partidos consecutivos. La Academia – que no había ganado el título desde 1925 y estaría once años más sin hacerlo hasta 1949- derrotó 8-2 a Platense el 2 de octubre en Avellaneda, 8-2 a Estudiantes en La Plata el domingo 9 y 8-1 a Lanús el domingo 16. Semejante racha goleadora es única e irrepetible. En la fecha siguiente, Tigre lo venció 2-1 en Victoria.
En 1937 se habían inaugurado los descensos, que tuvo como primeros damnificados a Quilmes y Argentinos Juniors, que tardarían mucho en regresar. Los cerveceros fugazmente en 1950-51 y los futuros Bichos Colorados recién en 1956. En cambio, volvió Almagro a Primera, tras ganar el torneo principal de ascenso. El equipo tricolor perdió su cancha ubicada en Parque Chas y debió jugar en estadios alquilados durante la temporada, lo que mermó su rendimiento. Quedó penúltimo delante de Talleres de Remedios de Escalada, que se despidió para siempre de Primera. Almagro tardaría casi seis décadas en regresar a la A.
Fue tan extraordinario el torneo de 1938, que el colista Talleres –último con 18 puntos- hizo 55 goles en los 32 partidos que jugó, exactamente la misma cantidad que convirtió Boca Juniors, el campeón de 1965 en 34 fechas. Fútbol súper ofensivo contra fútbol súper defensivo. Y la Argentina que se perdió a esa generación de futbolistas espectaculares: Vicente de la Mata, Antonio Sastre, José Manuel Moreno, Jaime Sarlanga, Agustín Cosso, Bernabé Ferreyra, Vicente Zito, Herminio Masantonio, Emilio Baldonedo, Enrique Chueco García, Manuel Pelegrina, José Vilariño, Ricardo Infante y Ricardo Alarcón, entre otros.
El extraordinario paraguayo Arsenio Erico –llegado a Independiente para 1934- hizo 120 goles oficiales en tres temporadas consecutivas. Metió 47 en 1937 (el rojo fue subcampeón de River), 43 en 1938 y 40 en 1939, cuando Independiente repitió su título, seis puntos por arriba de Huracán y River. Absolutamente imposible de que vuelva a ocurrir semejante proeza.
El Rojo de 1938 derrotó 9-0 a Almagro, 9-2 a Chacarita, 8-2 a Lanús y 7-1 a Vélez, de local. River demolió 8-1 a Estudiantes en La Plata, mientras que Boca –que finalizó sexto, abajo del Lobo platense- goleó 7-1 a Talleres y 6-1 a Platense. Podríamos seguir enumerando resultados insólitos. Lo cierto es que la miopía de la dirigencia argentina no permitió que semejantes jugadores fueran a jugar la tercera Copa del Mundo. Errores fatales que no tuvieron remedio.