En el fútbol argentino podés perder el campeonato que parecía ganado, en el último minuto de la última fecha. Te puede derrotar un rival inferior y derrumbar todas las ilusiones de dar una vuelta olímpica. O quedarte afuera de una copa internacional porque fallaste en los últimos partidos o porque dejaste puntos impensados. Está claro, también, que lo que no acepta nadie es irse al descenso.
Dejar la Primera División y volver a meterse en la tremenda lucha por subir es algo que han sufrido todos, menos Boca. Los Xeneizes pueden inflar el pecho y explicar que desde su ascenso junto con otros siete clubes a finales de 1912, para ampliar el número de equipos en la Primera División, nunca les tocó descender. Fueron cinco años en la segunda categoría desde 1908 hasta que les tocó subir. Todos jugaron en el ascenso, porque los muchachos no podían fundar un club y aparecer en la A, salvo en los primerísimos años en los que el fútbol era patrimonio de entidades británicas, que se fueron alejando cuando llegaron los tanos, gallegos, criollos, judíos, polacos, franceses y alemanes. Es que el contagio futbolero eclipsó a todos los demás deportes en el corazón popular de argentinos e inmigrantes.
La AFA ha resuelto cambiar este año la definición de los descensos a la segunda categoría, hoy llamada Primera Nacional. Eran tres los equipos que debían bajar, pero cumplidas más de veinte jornadas del torneo, se decidió anular un descenso por promedio y definir que, por los próximos tres campeonatos, serán dos equipos los que bajarán, uno por la tabla general y uno por la suma de puntos en tres temporadas, divididos por los partidos jugados.
Viendo las dos tablas, queda claro que Arsenal de Sarandí está complicadísimo, porque ha quedado a 19 puntos de Sarmiento y a 21 de Platense en la tabla de los promedios. Están faltando 42 puntos por disputar (14 fechas de la Copa de la Liga), siendo casi una diferencia indescontable. En cambio, el otro descenso lo tiene de protagonista a Huracán, que arrastró una larga serie de resultados negativos, logró ganar dos partidos consecutivos y hoy se sitúa penúltimo junto con Colón, tres puntos sobre Arsenal. La campaña del Globo ha sorprendido por lo mala, porque en 2022 hizo una cosecha muy La pregunta que surge es pertinente: ¿no resulta injusto que le toque descender a Huracán si no consigue mejorar su rendimiento? ¿Por qué no seguir con el promedio? Es claro que todos están aterrorizados porque el descenso acecha. La AFA se animó hace un par de años a anular los promedios -instalados desde 1983 por mandato de la Asamblea realizada el 15 de abril de 1982- que marcó a fuego la pelea por la permanencia. La caída de San Lorenzo a la vieja Primera B provocó un shock y lo siguió Racing, pero las tres temporadas sumadas fueron una manera de amortiguar los golpes de los poderosos.
Sin embargo, fueron descendiendo Rosario Central, Estudiantes de La Plata, Huracán, Gimnasia, los cuadros cordobeses y nadie parecía estar definitivamente a salvo. Desde 2000 hasta 2012 fueron trece temporadas con Promoción, un artilugio más para intentar ayudar a que los de Primera se mantuvieran. Así y todo, River descendió tras perder su duelo con Belgrano de Córdoba y al año, bajó Independiente, quedando Boca como el único habitante permanente de la Primera desde 1912 hasta hoy.
Los promedios se impusieron por primera vez entre 1957 y 1962, de manera simple: se sumaban los puntos de dos o tres temporadas y se dividían por la cantidad de años, algo que después se modificó por el número de partidos jugados. Ya en 1963 arrancó la costumbre de la AFA que se hizo casi permanente: faltando pocas fechas para el final, se anuló el descenso de Estudiantes de La Plata. Lo mismo sucedió (supresión de descensos) en 1964, 1965 y 1966. La determinación de que se borre desde AFA lo que marcaba la tabla de posiciones se repitió en 1973, 1974 y 1975. Desde aquel año hasta el torneo 2019/20 se mantuvieron los descensos por promedios.buena de puntos (65) sólo superada por cuatro equipos. La sufrida victoria ante Platense lo puso en carrera por la permanencia, con la alegría de haber roto esa racha tan extensa. Entre Huracán y Colón hay apenas tres puntos.
La epidemia de Covid fue la excusa perfecta para anularlos, aunque la Copa de la Liga debió suspenderse por la prohibición de la actividad deportiva. Al año siguiente, se determinó lo mismo, pese a que el fútbol regresó. Sarmiento y Arsenal zafaron al ocupar los últimos lugares. Ningún otro país en la misma situación anuló los retrocesos de categoría.
Perdida en el tiempo quedó la reglamentación de los cuatro descensos anuales, para reducir el despropósito de tener 30 equipos en la A hasta que disminuyan a 22. Desde los 30 pasaron a 28, 26, 24 para 2019/20 y luego crecieron de nuevo a 26 y finalmente a 28. Algo que parecería haberse decidido no modificar durante los próximos tres años.
El fútbol argentino organizado arrancó en 1893 y hasta 1906 inclusive no hubo ningún descenso. Después, tampoco los hubo en 1911, 1912 y 1914, durante la división del fútbol en dos asociaciones (entre 1919 y 1926), además de 1927, 1929 y 1930. La creación de la Liga Profesional desde mayo de 1931, pero sin una segunda categoría, mantuvo a los mismos 18 clubes fundadores hasta que en 1937 fueron Argentinos Juniors y Quilmes los clubes que abrieron la temporada de descensos, ya con la AFA creada el 3 de noviembre de 1934.
Ya en la época rentada -algo que ocurría bajo cuerda desde el inicio de los años 20- se anularon descensos en 1948 por la huelga de profesionales y después llegaron los años sesenta con sus decisiones de anular el retroceso, algo que se repitió en los setenta. Está claro que no hubo época en que el descenso no fuera visto como diabólico y maldito para todos los clubes. O sea que en 44 temporadas, por diferentes razones, la autoridad de turno decidió anular los descensos.
En todo caso, aquellos que preguntan sobre si es injusto un supuesto descenso del Globo y preguntan ¿por qué no seguimos con los promedios? Se les podría consultar al revés, ya que no hay países competitivos en el fútbol mundial que mantengan el anquilosado sistema de promedios y muchos no lo han utilizado nunca. Como en Italia, España, Alemania, Francia, Inglaterra y tampoco en Brasil por citar los más importantes. El descenso es directo y a otra cosa. Acá, los promedios parecen ser una tabla de salvación posible, aunque los datos y los antecedentes no expliquen necesariamente eso. Será el terror al papelón. Al maldito descenso.