Hay demasiados argumentos para fundamentar las razones por las que Lionel Scaloni ha sido el mejor candidato para ganar el premio The Best. Está claro, también, que sus rivales son Carlo Ancelotti y Pep Guardiola, dos directores técnicos colosales que han aumentado el poderío deportivo del Real Madrid y del Manchester City con sus ideas y estilos de entrenamiento.
Sin embargo, Scaloni ha sumado méritos y justificativos para ser el mejor de 2022. Nunca había entrenado a un equipo de club y se hizo cargo interinamente de la Selección Argentina cuando era el peor momento, después de la debacle tras la pálida participación en la Copa del Mundo 2018, en Rusia.
A partir de allí, fue sumando acciones, actitudes y tejiendo una red de colaboradores que sintonizaban con él donde la confianza estaba por encima de todo, al mismo tiempo que produjo una renovación muy amplia en todas las líneas del equipo nacional. Muchos jóvenes se sumaron a la nueva esperanza y el plantel se fue consolidando a medida que el camino en las Eliminatorias para Qatar 2022 se iba aclarando.
Hizo muchas cosas buenas antes del Mundial y durante Qatar y quizás esto se pueda sintetizar en algunos puntos. Su estilo de juego fue variando: en la Copa América ganada en Brasil ante el dueño de casa, el equipo fue cauteloso, asentado en una buena defensa y certero a la hora de definir cada partido. Conducido por Messi, se sacó de la espalda esa enorme piedra que pesaba muchísimo porque el título continental no llegaba. Primer gran y enorme logro.
Se clasificó sin sobresaltos al Mundial, invicto, condujo a un grupo fortalecido por los resultados positivos y profundizó la buena sintonía con el plantel, para llegar a Qatar sin conflictos, habiendo desactivado los egos que antes corroían a otros grupos de cracks. Quizá la caída ante Arabia Saudita en el primer partido haya servido para despertar a alguien que ya estaba despierto, pero que necesitó eso para esmerarse al máximo.
Las cinco variantes tras el primer partido, el cambio de posiciones en algunos jugadores, la decisión de sacarles la titularidad a unos y darles el puesto a otros, las modificaciones de esquema de acuerdo al momento del juego, al rival y al resultado, fueron detalles fundamentales que tiraron abajo todo el palabrerío repetido por menottistas y bilardistas durante años. Tuvo en Messi a un actor decisivo de todo el torneo, encontró el arquero justo, los jóvenes que se corrieron y jugaron todo en el mediocampo, acertó con el cambio de nombres, le salió todo bien.
Lo consiguió, con carácter, con capacidad, con sentimiento, con un grupo de colaboradores que lo respaldaron desde la confianza y la libertad para poder discutir en cualquier momento. Encima, se lo transmitió al equipo, se palpó esa comunión entre los jugadores y el cuerpo técnico.
Campeón del mundo es un título inalcanzable para casi todos. Scaloni lo forjó desde aquel interinato, la Copa América arrebatada al pentacampeón en su casa, un Messi genial que coronó su carrera estelar y un trabajo que merece un reconocimiento mundial. Fue el mejor entre los mejores. Sin duda.