Siendo el equipo que ha convertido más goles en la historia del fútbol argentino, River pudo superar dos veces la barrera de los nueve goles en un mismo partido. Existen dos antecedentes. Uno ocurrió en el lejano 1908, en el campeonato de segunda división, torneo en el que lograría el ascenso a Primera aplastando por 7-0 al Racing Club en la final del campeonato.
River integró la zona B y la ganó superando por dos puntos a Atlanta. En el desarrollo de la zona, consiguió vencer por 12-1 al segundo equipo de Lomas Athletic, cuyo cuadro principal lo hacía en primera categoría. En esos años, los clubes podían inscribir un equipo por división. Por esa razón, el resultado no tiene el mismo valor que otras goleadas ante cuadros similares.
La segunda gran goleada ocurrió en el torneo Nacional de 1974 y River la obtuvo en el estadio Monumental, el 11 de agosto al vencer 10-1 a Huracán de San Rafael, Mendoza, un debutante en el fútbol grande. Lo curioso es que Huracán utilizó su camiseta habitual, que es la casaca auriazul idéntica a Boca Juniors. Aquella noche de fútbol televisado, los goles los convirtieron Norberto Alonso (2), Víctor Marchetti (2), Carlos el Puma Morete (3), Ernesto Mastrángelo (2) y el restante lo hizo Wálter Durso. El primer tiempo finalizó 4-1 porque descontó Juan Carlos Ureta.
Nunca más River superó la barrera de los nueve goles. Le hizo un 9-0 a Universitario de Bolivia, en la Copa Libertadores de 1970, pero no los consiguió en los torneos locales. En cambio, en siete ocasiones metió ocho goles en un mismo partido. La última fue al Gimnasia jujeño, un 8-0 conseguido durante en el Clausura de 1999 (Ángel 2, Cristian Castillo 2, Gancedo 2, Rambert y Leo Ramos). En su estadio, aplastó 8-0 a Independiente de Trelew en 1972, hizo lo mismo con San Martín de Mendoza en 1967 y con Atlanta en 1947.
Lo increíble es que en el 7-0 sobre Atlanta, dos próceres del Millonario jugaron para los Bohemios: Adolfo Pedernera y Aristóbulo Deambrosi, primitivos integrantes de la Máquina, aquella delantera brillante que iluminó el torneo local en los años cuarenta. Esa tarde, Ángel Labruna metió dos goles y un muy joven Alfredo Di Stéfano hizo otro tanto. River fue campeón y Atlanta descendió.
Como visitante, River superó 8-0 a Ferro durante el torneo de 1939, con cinco goles de Luis María Rongo, otro cañonero de la época. Ya había vencido 8-1 a la Unión Atlanta-Argentinos Juniors (un engendro obligado por la Liga de 1934 que duró seis meses) y también goleado 8-1 a Estudiantes en la vieja cancha pincharrata durante 1938. Fueron sus mayores proezas en el arte de meter la pelotita en el arco contrario.