Tomando en cuenta la historia y los datos, está claro que para el simpatizante de cualquier equipo es reconfortante sentirse superior a su clásico enemigo deportivo para poder disfrutar de esa frase que tiene una mezcla de fanfarronería, verdad y una humillación que puede cambiar de acuerdo, justamente, al total de los resultados. Ese “hijos nuestros” que se canta en las tribunas desde hace más de cinco décadas, en ocasiones cambia de sector, porque el supuesto “hijo” logra armar una racha de victorias en el clásico y le pasa a ganar el total general a su rival.
Hoy, está claro que Boca es el padre del Superclásico y River el hijo. Tomando en cuenta, claro está, los partidos jugados por torneos y copas nacionales. Allí, la ventaja xeneize es de cinco partidos (79 a 74) en 223 choques. Los Millonarios fueron adelante hasta el comienzo de los años noventa, pero luego Boca recuperó terreno y lo superó. Es llamativo que Boca haya ganado cinco de los últimos diez partidos jugados en el Monumental. Está claro que la rivalidad acicateada por los medios hasta el infinito, le concede un lugar privilegiado e inimitable a la final que jugaron en Madrid a finales de 2018 los dos colosos. Esa victoria de River –en el partido más importante porque nada hay por encima de una final de Copa Libertadores- le otorga un plus único.
En Avellaneda manda Independiente, porque su historia con Racing es ampliamente favorable: los rojos dominan 88 a 66 en 227 choques. Racing lideró el duelo durante seis décadas y para inicios de 1970 fue cediendo. En el período entre 1971 y 1980 –que coincidió con la aparición de Ricardo Bochini en Independiente- el rojo estableció un 16-4 mortífero que dio vuelta la taba y le permitió mantenerse arriba hasta hoy. Algunos triunfos recientes de la Academia como el último ocurrido el 19 de marzo en el Libertadores de América y el éxito anterior por 3-1 durante 2019 en la misma cancha, le devolvieron la confianza a los hinchas albicelestes.
San Lorenzo ha disfrutado de una cómoda ventaja sobre Huracán desde hace mucho tiempo. Luego del empate sin goles en el Nuevo Gasómetro de la séptima fecha, la diferencia se mantuvo en 39 partidos para el Ciclón, que se impone 86-47 con 50 empates. El Globo lleva 21 años sin imponerse a su vecino como visitante y son José Sanfilippo y Miguel Brindisi los máximos artilleros del clásico barrial más popular. La paternidad azulgrana nunca estuvo en duda.
En Rosario, donde manda la rivalidad más dura del país en estos tiempos, se amontonan numerosos partidos entre Rosario Central y Newell’s Old Boys que comprenden los encuentros por la Liga Rosarina y desde 1939 los choques por los torneos de AFA, sumándose las copas nacionales desde que comenzaron a jugarse a poco de iniciarse el Siglo XX. La ventaja centralista es importante, porque son 15 los encuentros de diferencia a favor de Central (92-77) con 102 empates. La violencia dijo presente hasta que se erradicó el público visitante y generó que la AFA les quitara puntos a los dos clubes en dos oportunidades.
Contundente ha sido el dominio que Estudiantes ha ejercido sobre Gimnasia en el Clásico de La Plata desde que vivimos en el nuevo siglo. Hasta el año 2000, el Pincha y el Lobo estaban casi igualados, ya que los albirrojos se imponían apenas por dos partidos (47-45), pero la seguidilla de triunfos de Estudiantes en los últimos veinte años fue impresionante: 19 a 5, incluyendo el famoso 7-0 de 2006 en el Estadio Ciudad de La Plata. Hoy, los números reflejan un 66-50 para el Pincha, con 66 igualdades. El Lobo lleva 19 años sin ganarle a Estudiantes en calidad de visitante.
El clásico santafesino tiene una particularidad. No se conocen los resultados de varios partidos entre Unión y Colón disputados en la segunda década del Siglo XX porque no se pudo encontrar (hasta ahora) la información precisa. Salvado ese “detalle”, tomando en cuenta los partidos por la Liga Santafesina y desde que ambos llegaron al fútbol de AFA en los años cuarenta, Unión aventaja al Sabalero por siete juegos (39-32) con 41 empates. Resulta por lo menos curioso que Colón lleve nueve temporadas sin poder derrotar a Unión en el Cementerio de los Elefantes.
Lanús y Banfield juegan el llamado “clásico del sur” pero en realidad esa rivalidad arrancó en los años ochenta, cuando ambos militaban en la flamante Primera B Nacional. Para sumar partidos hay que tomar todos los choques oficiales, así que desde 1918, el Taladro manda en el Sur, con una diferencia de once partidos (50-39) sobre 124 partidos. Es “el capo del sur” usando el mismo lenguaje aunque haya otros clásicos en zonas muy cercanas.
Tigre y Platense animan el llamado Clásico del Norte desde la segunda década del siglo pasado. Con intervalos largos porque jugaban en categorías distintas, la hinchada tigrense disfrutó de una goleada el pasado 18 de marzo con el 4-0 en Victoria ante el Calamar. Hacía 42 años que no se enfrentaban en Primera División. En la suma total, Platense lidera cómodo con ventaja de diez partidos más ganados que su rival, 41-31 sobre 106 enfrentamientos.
Hay grandes clásicos en varias ciudades que merecen la misma atención. En la capital de Córdoba, Talleres y Belgrano se han sacado chispas desde tiempo inmemorial. La T disfruta de una ventaja significativa sobre los celestes (90-68) con 74 empates, aunque adherentes a Belgrano pugnan por sumar casi 150 partidos amistosos que pondrían a la B hay muy poca distancia. Algo similar ocurre en Rosario, pero está claro –por lo menos para nosotros- que los amistosos no se consideran a la hora de una estadística rigurosa porque han sido partidos en muchos casos informales, más allá de la rivalidad.
Talleres establece superioridad adicional también sobre Instituto y el Racing cordobés, lo mismo que hace Belgrano con los otros dos clubes con más historia en la capital mediterránea. En Río Cuarto manda Estudiantes, que prevalece sobre Atenas, mientras que en Villa María, Alumni supera por mínima ventaja a Leandro Alem de Villa Nueva.
Con el criterio del famoso “hijos nuestros” Chacarita mantiene una amplia ventaja sobre Atlanta en el todavía llamado “Clásico de Villa Crespo”. En Mendoza, Independiente Rivadavia supera a Gimnasia en el clásico más fuerte, eclipsada por el crecimiento de Godoy Cruz y su permanencia en Primera División. Lo mismo se puede decir de Gimnasia y Esgrima de Jujuy ante Talleres de Perico, de una paridad constante entre los cuadros populares de Resistencia, Chaco For Ever –regresado a la B Nacional- y Sarmiento, del San Martín sanjuanino ante sus rivales de la capital cuyana, de Guaraní Antonio Franco ante Bartolomé Mitre de Posadas y de un Central Córdoba que manda en Santiago del Estero ante Mitre y Güemes.
La paridad histórica del clásico tucumano entre San Martín y Atlético los pone en igualdad de condiciones con el apoyo popular. Hoy en categorías distintas, coincidieron mucho tiempo en la B Nacional y lo hicieron hace poco tiempo en Primera. Los números son distintos de acuerdo a quién los cuente, lo que parece claro es una mínima ventaja para el Decano tucumano que deberá ratificarse cuando la estadística sea más rigurosa.
En el ascenso también hay padres: Los Andes supera a Temperley, Sportivo Dock Sud a San Telmo, Excursionistas derrota a Defensores de Belgrano, Sportivo Italiano se impone al Deportivo Español, Defensores de Cambaceres le gana a Villa San Carlos, Villa Dálmine puede con Defensores Unidos de Zárate, Ituzaingó aventaja al Deportivo Merlo y la lucha es tan reñida entre Deportivo Morón-Almirante Brown y All Boys-Nueva Chicago, que el saldo es absolutamente parejo.
La cuestión es que Papás hay algunos totalmente confirmados, otros van cambiando y se disputan la paternidad. En el fútbol, no se asuste.