Le tocó jugar en la época más defensiva del fútbol argentino. El papelón que sufrió la Selección en el mundial de Suecia (1958) provocó una profunda decepción en el país porque la Argentina había faltado desde 1934 a la Copa y siempre se supuso que cuando la albiceleste regresara, lo haría con gloria. Aquello de «los campeones morales» de la supuesta superioridad que nunca se había demostrado, fue bajada de un hondazo por los honrados checoeslovacos y la máquina alemana en las tardes suecas. Fue regreso al país y recibimiento a monedazos y botellas para los jugadores.
Desde allí comenzó una baja constante en la afluencia de público a las canchas. El Mundial nos dejó en calzoncillos frente al mundo y el campeonato local pagó las consecuencias. En medio de todo aquello, apareció un juvenil en la primera de Atlanta, que había llegado desde Junín recomendado por Osvaldo Zubeldía y debutó en la Copa Suecia, que justamente ganarían los Bohemios de Villa Crespo. El 8 de octubre, Atlanta aplastó por 4-0 a Argentinos Juniors y dos de los cuatro goles los hizo un debutante absoluto llamado Luis Artime.
Con el resultado 1-0, Carlos Griguol -mediocampista cordobés que había llegado el año anterior- lanzó un centro desde la derecha y ante el estatismo de los defensores de Argentinos, el chico que lucía por primera vez la camiseta número 9 se filtró entre Mascarello y Luchessi para cabecear y vencer al arquero Madeira. Cuando el partido se terminaba y el marcador estaba 3-0, el pibe Artime llegó antes que el defensor Rondina y marcó el cuarto gol de Atlanta. Final 4-0 y gran debut para el nacido en Mendoza, que hizo dos goles en su presentación. Esa tarde, en Villa Crespo, Artime tuvo al lado suyo al mediocampista ofensivo que lucía la número 10, nada menos que el veterano Osvaldo Zubeldía.
Para el torneo de 1959, Cuarto en 1958, Atlanta repitio la base de su equipo y Artime tuvo oportunidad de jugar 14 veces. Y no perdió el tiempo: hizo diez goles, cinco de cabeza y los otros de jugada y remate. En 1960, Atlanta empezó el torneo bajo la conducción técnica de Manuel Giúdice, pero una serie de malos resultados hicieron eclosión en la durísima derrota de local ante el rival histórico, Chacarita, por 5-2. Se fue Don Manuel y la dirigencia encabezada por León Kolbowsky le ofreció el cargo al recién retirado Osvaldo Zubeldía.
El debut fue en la Bombonera y salió un partidazo. Zubeldía dio la charla, quien salió a la cancha fue el Profesor Rodolfo Mogilevsky y salió un partidazo. El flamante entrenador confió en el pibe goleador y lo puso adelante como buque insignia. El chico -tenía 21 años- no falló. El partido terminó 4-4 y Artime se anotó tres veces en la red de Boca. Hizo el segundo gol visitante tras capturar un mal pase del uruguayo Davoine, estampó el 3-1 al meterse entre Edson Dos Santos, Rattin y Marzolini para fusilar a Antonio Roma y puso el 4-3 parcial, al cabecear un tiro de esquina que había lanzado Mario Griguol. Sobre la hora, empató Ernesto Grillo.
A fuerza de ubicación, oportunismo, olfato y una enorme dosis goleadora, el pibe Artime se ganó el puesto en el flamante equipo de Zubeldía. Hizo 16 goles en 23 partidos. Nadie podía sacarle la titularidad a esa altura. Sin embargo, la campaña no fue buena, porque Atlanta alcanzó el undécimo puesto entre dieciseis cuadros y Artime hizo algo que muchos hinchas todavía recuerdan. El 16 de octubre, Racing visitaba Villa Crespo y vencía 3-1, con goles de Belén, Mansilla y el Loco Corbatta, habiendo descontado Nuin, de penal. en un lapso de once minutos, Artime se anotó tres veces seguidas en el marcador y provocó el espectacular 4-3 para la victoria bohemia. Tres pases, de Bettinotti, Gonzalito y Biaggio, tres goles.
Para 1961, llegó el momento ideal con la camiseta azul y amarilla a gruesas rayas verticales. Atlanta alcanzó el cuarto puesto y Luis Artime trepó al segundo lugar en la tabla de goleadores, con 25 tantos conseguidos, a uno del máximo artillero, José Francisco Sanfilippo. Jugó las 30 fechas y generalmente formó delantera con Mario Griguol, Norberto Conde, Alberto González y el uruguayo Wálter Roque.
En aquella campaña inolvidable, el Atlanta de los claveles ganó 13 partidos, empató 11 y perdió 6. Artime contribuyó con 25 de los 49 goles conquistados, más del 50% del total y con un detalle esencial en su carrera: no hizo ninguno de tiro libre ni de penal. Su carrera en aquel Atlanta formidable llegó a su final con el torneo de 1961, porque de inmediato fue adquirido por River, que buscaba un goleador para volver a ganar un campeonato. El ciclo de Artime en Atlanta fue sencillo: 67 partidos oficiales y 51 goles. Un registro impresionante.
CONTINUARÁ