¿Cuántos kilómetros separan a las ciudades de Quilmes y Tigre? Si hoy lo medimos utilizando internet, las distintas autopistas nos acortarán el trayecto a unos 40 kilómetros. Sin embargo, si retrocedemos hasta 1921 (hace 94 años) seguramente que el viaje sería mucho más largo y agobiante. Caminos en mal estado, estrechos, con baches a granel y ninguna autopista. Esos 40 kilómetros treparán a 60, posiblemente.
Esa distancia y en aquel año la tuvieron que hacer los jugadores de Quilmes, cuando se inició el campeonato de Primera División de la Asociación Amateurs, el 3 de abril de 1921. Los sureños llegaron hasta la vieja cancha tigrense, ubicada junto al arroyo de las Conchas, por la calle Rocha y donde hoy la zona es conocida como Rincón de Millberg. Era «la cancha del lechero ahogado» porque la leyenda (nunca comprobada) contaba que en un temporal, el hombre que llevaba los tarros repletos de leche no pudo sortear la crecida del arroyo y se hundió en él, a escasos metros del campo de Tigre.
Esa tarde otoñal de 1921, Tigre y Quilmes iniciaron su partido bajo un cielo que anunciaba tormenta. El primer tiempo lo ganaron los visitantes por 2-1, con goles de Pedro Lucco y Roberto Brown, pero sufrieron el rápido descuento de Oscar Castro. La lluvia inició su castigo al campo de juego y no paró más. El juez Ramón Estrella suspendió el partido a los 13 minutos del segundo tiempo porque el arroyo ya amenazaba la existencia de jugadores y público.
La AFA de aquel entonces determinó que continuara, pero se tomó su tiempo porque los 32 minutos restantes se completaron el domingo 3 de julio, en dos tiempos de 16 minutos. Como el árbitro Ramón Estrella había sido designado aquella tarde el choque entre San Isidro (el actual CASI del rugby) y Ferro Carril Oeste, fue el juez Bordagaray quien lo reemplazó. El partido lo ganaba Quilmes por 2-1 y cuando llegaron a la reanudación, los quilmeños venían de vencer a Estudiantil Porteño, en tanto que Tigre había perdido en su propio campo ante el efímero General Mitre, un cuadro de Villa Madero que debutaba en la A pero pocos días después sería desafiliado por irregularidades en su documentación.
Los valientes quilmeños repitieron el tortuoso recorrido de casi dos horas hasta Rincón de Milberg, pero con el detalle de que tres jugadores se perdieron en el camino o nunca fueron para allá. El arquero Antonio Guffanti, el defensor Bartolomé Sinagra y el delantero Félix Cabano no aparecieron por ningún lado. Ante la situación de tener que jugar con ocho hombres, los visitantes le pidieron permiso al juez y también a sus rivales. Estos aceptaron. ¿Qué les habían pedido? Incorporar a tres hinchas que se ofrecieran para reemplazar a los ausentes.
El pedido llegó al pequeño sector donde estaban algunos heroicos quilmeños y solamente dos dijeron que sí. Uno jugó de delantero y al otro lo mandaron a la defensa. Serían 10 contra 11, con el detalle de que el defensor Eduardo Vivaldo fue al arco, ante la ausencia de Guffanti. La historia no fue heroica. Tigre dio vuelta el partido en esos 32m, con goles de Juan Manuel Dattas y otra vez, del puntero Oscar Castro. El partido terminó 3-2 para los azulgranas.
Fue la única vez que semejante situación se vivió en un partido de Primera A en la Argentina. Ni antes ni después pasó semejante cosa. La distancia jugó para Tigre y los hinchas –cuyos nombres nunca se conocieron– no pudieron pasar a la inmortalidad.