El 31 de enero de 2021, en plena pandemia, los hinchas de Platense tuvieron un festejo imposible. Celebraron a los gritos, con llamados telefónicos, con abrazos larguísimos en la familia, llenando las redes sociales con mensajes de amor al club, de locura imposible, de una noche inolvidable, haciendo ruido casi en esa medianoche. Es que el viejo Calamar había vencido por penales al durísimo Estudiantes de Río Cuarto en Rosario y volvía a Primera División, después de 22 años interminables. Y nadie podía abrazarse con nadie.
Cerrando el 2023, la vida le ríe y canta a todo aquel que lleva la camiseta marrón y blanca en el corazón. El equipo que dirige Martín Palermo -uno de los ocho equipos que no cambiaron entrenador en la temporada- llegó a los 50 puntos y mantuvo la categoría cuando la Copa de la Liga todavía tiene un par de fechas por delante. Con el presupuesto número 27 entre 28 clubes, Platense encontró en el Titán y sus jugadores, un grupo armónico, luchador, que fue madurando mientras pasaban las fechas, con el suficiente juego y esfuerzo como para salvarse antes del final.
Platense ya vivió su primera refundación cuando en 1971 descendió por segunda vez a Primera B y de yapa, perdió su añorada cancha de Manuela Pedraza y Crámer. Ascender sin estadio propio en 1976, provocó el trabajo dirigencial para inaugurar el terreno de Vicente López, el 22 de julio de 1979 en el recordado Cuadrangular de la Muerte, en el que el Calamar mandó a la B a Chacarita Gimnasia y Atlanta.
Hoy resulta más fácil elogiar el buen nivel de Ramiro Macagno en el arco, la combinación de marca y solidez de los zagueros Ignacio Vázquez y Gastón Suso, el despliegue incansable de Franco Díaz y de Nicolás Castro en el medio, los destellos primero de Vicente Taborda y luego de Ronaldo Martínez del medio hacia adelante, sumados al aporte de chicos y no tan chicos nacidos ahí mismo como Juan Infante, Sasha Marcich, Nicolás Morgantini y Gonzalo Valdivia. Los nuevos Leonel Picco, Raúl Lozano, Agustín Ocampo, Luciano Ferreyra y Ciro Rius, traídos en esta Copa para completar el grupo y mitigar la partida rapidísima del crack Marco Pellegrino, un zaguero de gran jerarquía transferido en cifra récord (5,5 millones de euros) al Milan italiano con apenas 17 partidos oficiales. De yapa, ahora integra el seleccionado argentino Sub 23.
Los hinchas, los mismos que dudaban de Palermo, maldecían algunos cambios tardíos o un planteo que pareció equivocado, ahora no dudan en bancarlo y explicar que el 2023 vino con puntos bajo el brazo y con un club que se renovó para mejor. Una cancha pinturita, el alto nivel en las chicas que pelean el título en el fútbol femenino, el básquetbol que juega su cuarto año en la Liga Nacional, el futsal, el handball, el crecimiento de las divisiones inferiores, la ausencia de problemas económicos y la idea de seguir creciendo.
Platense rompió la grieta política con dirigentes jóvenes que, con distintas ideas para que el país sea gobernado, se unieron privilegiando capacidades, la amistad y el continuo pero fabuloso empeño en llevarlo adelante, unidos por el escudo del club. Próximo a cumplir un siglo y dos décadas de existencia, el Marrón sorprende con su estadio boutique, con una concurrencia no menor a quince mil personas cada vez que es local, un campo de juego impecable y novedades permanentes. Hace pocos días, la Asamblea de Representantes aprobó la Memoria y Balance con un superávit de 308 millones de pesos.
Mientras disfrutan estos tiempos, muchos de sus hinchas buscan esa quimera del título y por lo menos, jugar una copa internacional. Tienen sus razones históricas y vale la pena contarlo: Platense se ubica en el puesto 15 en la tabla histórica del fútbol argentino, desde 1893 hasta hoy. Los catorce clubes que lo anteceden y los tres que lo persiguen, han sido campeones alguna vez. El Calamar, en cambio, no ha conseguido eso, a pesar de los subcampeonatos lejanos de 1916 y de 1949. Estuvo cerca en 1967, pero no pudo vencer en semifinales al Estudiantes que fue campeón del mundo al año siguiente.
El promedio sigue apretando y hay que seguir sumando. El 2024 no parece ser una excursión tan agradable si el plantel y Palermo -próximo a renovar contrato- no pelean cada punto como el último en juego. Actitud, esfuerzo y gotas de buen fútbol, lo han ubicado más lejos del fondo, con la gente cantando aquella melodía de los años ochenta que los caracterizó durante dos décadas, hasta que el descenso llegó. Aquel “… todos nos llaman el Fantasma del Descenso/pero Platense es de Primera y no se va/todos los años aparece un pichi nuevo/y al descenso lo tenemos que mandar…” se reflotó entre el pueblo calamar y hoy volvió a ser escuchado. Los casi 77 años militando en la A lo ubican en el selecto grupo de los veinte equipos con mayor presencia en el fútbol argentino. Y la idea es seguir ahí, chochos después de tanto sufrimiento. Bien alto, en el país de los campeones del mundo.