Los dos poderosos elencos de La Boca se encontrarán por primera vez en esta temporada y por primera vez también de su vida deportiva como instituciones ya definitivamente consolidadas. El match despierta un interés tal en ese mundo activísimo, que no es exagerado afirmar concurran a él un número de espectadores como posiblemente no hemos presenciado jamás en encuentros de nuestros campeonatos”. Con esta explicación, el diario La Argentina anunciaba el primer choque oficial entre Boca y River, el 23 de agosto de 1913.
Aquel torneo de 1913 significó el debut de Boca en Primera, en tanto que River llevaba ya jugando desde 1909. En el primitivo ascenso nunca se habían enfrentado. El partido lo ganó River, se jugó en la cancha que tenía Racing en Avellaneda y los goles los hicieron el legendario eje medio Cándido García y Antonio Ameal Pereyra para los futuros millonarios, descontando Marcos Mayer. Mayer era delantero y su campaña en Boca fue tan breve como efectiva. Jugó seis partidos más y metió otros cuatro goles. Antes y después no aparece en ningún registro.
Dos meses antes, Francisco Taggino había debutado en la Selección Argentina jugando contra Uruguay. Era puntero izquierdo y tuvo el alto honor de ser el primer Xeneize en ponerse la camiseta celeste y blanca. Taggino jugaría 107 partidos oficiales para Boca y señalaría 41 goles. Muy querido por los hinchas, en 1916 decidió cruzar de vereda y empezar a jugar para River. Revuelo en el barrio, casi al mismo tiempo que Alfredo Elli, defensor de River, resolvió pasar a jugar en Boca.
El 24 de junio de 1917, el clásico boquense terminó empatado en dos goles. Volvieron a jugar en cancha de Racing y Francisco Taggino hizo los dos goles de River, que por esos años y hasta 1932, jugaba con su ropa tricolor: camiseta blanca, roja y negra a rayas verticales. A Taggino, silbado insistentemente por la hinchada de Boca, lo marcaba Alfredo Elli, que se mantendría jugando para Boca hasta 1928 inclusive, juntando 228 partidos oficiales y ganando tres torneos en muy buena forma.
Taggino fue el primero de los cracks que cambió de club y nunca la pasó bien enfrentando a su primer amor. El wing izquierdo jugaría para la Argentina mientras era goleador boquense y luego, cañonero de River. En eso, no tuvo problemas, pero la pasó mal en su barrio, enemistado con amigos y familiares por su cambio de casaca. Y eso que era el amateurismo.
En realidad, el clásico creció mucho en los años veinte, más precisamente desde que River se mudó a Palermo Chico, con su nueva cancha de tablones en la intersección de las calles Alvear y Tagle, donde se mantuvo entre 1923 y 1937, cuando fue demolido. En esos años, los habitantes de La Boca se pusieron del lado Xeneize mayoritariamente, mientras que River incorporó a gente de otros barrios porteños, algo que se hizo aun más notorio cuando inauguró el Monumental en 1938.
El primer gran escándalo ocurrió el domingo 20 de septiembre de 1931, en la flamante Liga Profesional, no reconocida nunca por la FIFA. Última fecha de la primera rueda, cita de honor en la cancha de tablones de Boca. El preliminar de reserva no terminó: trompadas entre los que peleaban más que jugaban y partido suspendido. La Primera arrancó unos minutos antes, con el juez Enrique Escola como autoridad. Boca con diez por lesión de Moreyras y gol de River, porque Carlos Peucelle sorprendió al arquero Fossatti con un derechazo cruzado.
Sobre los 30′ de juego, el árbitro Escola sancionó penal una infracción de Belvidares sobre Pancho Varallo. Pateó el popular “Cañoncito” Varallo y Jorge Iribarren tapó el remate, el ejecutor cargó y alcanzó a rematar sobre el cuerpo del arquero, nuevo rebote y finalmente, es Varallo quien encima de Iribarren empuja la pelota al gol. Empuja pelota y arquero, no queda claro el orden. Escola cobró gol. Todos los jugadores de River se fueron encima suyo, hubo agresiones y el juez huyó al vestuario. Allí el juez resolvió expulsar a Bonelli, Lago y Belvidares. River con 8, Boca con 10. River resolvió retirarse del campo de juego. Líos en las tribunas, primera aplicación en la historia del gas lacrimógeno. En la semana, Boca recibió los puntos por el retiro de River.
El historial del Clásico fue cambiando de mano: en el período amateur entre 1913 y 1930, jugaron 9 partidos oficiales, con 4 victorias de River, 3 de Boca y dos empates. Los Xeneizes ganaron la década del treinta (10-7 con 5 empates) y llamado Millonario se recuperó en los ’40, venciendo 10-7 con 3 igualdades.River pasó al frente en el historial (21-20) con dos detalles de esos años: primer vuelta olímpica riverplatense en la flamante Bombonera (inaugurada en 1940) y gol de palomita del uruguayo Severino Varela en esa misma cancha en 1943. La famosa boina blanca.
Llegados a 1960, River seguía arriba por un partido (29-28) con 14 empates. Un año antes se había despedido Ángel Labruna, figura estelar de River por dos décadas y máximo goleador en la historia del Clásico con 16 tantos. En aquellos sesenta, la figura del goleador brasileño Paulo Valentim hizo estragos en las filas millonarias. Diez tantos en cuatro años lo pusieron arriba entre los boquenses batiendo el arco de River y ni Martín Palermo lo pudo superar.
Para 1970, Boca subía bien arriba, venciendo 37-35 con 24 empates, con el detalle de haberse consagrado campeón en el Monumental en diciembre de 1969, con aquellos dos golazos de Norberto Madurga, la tarde del 2-2, la vuelta olímpica y la apertura de los grifos de agua del campo de juego para empañarle el festejo justificado.
River volvería a pasar al frente en los 80, para llegar a 1990 con ventaja 57-54 sobre 156 partidos oficiales. El período 1990-2000 cambió todo. Boca ganó diez Superclásicos contra tres de su rival y desde ese momento la paternidad no se modificó. Quedó en 64-60 y desde allí hasta hoy, con 78 triunfos de Boca y 70 de River, el boquense es el dueño de los números históricos en los partidos de Liga (la última vez en el Monumental ganó con una inusual camiseta amarilla -foto principal-).
Para las menciones de honor, Carlos María García Cambón, único caso. Debutó venido de Chacarita a Boca, en la primera fecha de 1974. Se calzó la 9 en la Bombonera y le metió, él solito, cuatro goles a River, provocando un 5-2 inolvidable. Si de padres e hijos hablamos, también Omar Labruna se dio un enorme gusto al convertirle cuatro años después a Boca, de tiro libre, en el Monumental, en el triunfo 1-0 del Millo durante el Metropolitano de 1978. Padre e hijo anotaron en el Súperclásico, aunque Angelito, claro está, metió 16 goles.
De soslayo, se puede recordar que River le lleva siete presencias de ventaja a Boca en las presencias en Copa Libertadores (39 a 32), pero los Xeneizes ganaron seis contra cuatro de su rival de siempre. Aunque la final de Madrid sea única e irrepetible. Boca la ganó primero (1977), nueve años antes que River (1986) y disfruta de tres Intercontinentales contra una sola de su archirrival.