La rivalidad entre Racing y San Lorenzo no se inició en 1915, año en el que se enfrentaron por primera vez, una vez que el cuadro de Boedo llegara a Primera División tras ganar el torneo de Tercera Categoría y derrotar al campeón de Intermedia, como así se llamaba a la futura Primera B, el ya extinguido Honor y Patria de Flores. Como existía una reglamentación que rigió por única vez en 1914 y le permitía al ganador de Tercera enfrentar en un partido final a quien se hubiera quedado con el título de Intermedia y San Lorenzo lo logró, subió a Primera. Como había una distancia grande entre uno y otro, el Clásico empezó años después.
La tarde del 16 de mayo de 1915 quedará en el recuerdo porque fue el primer cruce entre el entonces bicampeón Racing (ganador de los torneos de 1913 y 1914) y el flamante integrante de la Primera, San Lorenzo, que todavía no tenía casa propia y hacía de local en la cercana cancha de Ferro Carril Oeste. El cuadro azulgrana había debutado perdiendo 5-1 con Platense, cayendo 1-0 ante River y 3-0 frente a San Isidro. Recién en la cuarta fecha logró su primer punto al empatar sin goles en la cancha de Tigre, aquella del “lechero ahogado”, una leyenda nunca comprobada.
El 16 de mayo, cinco mil personas vieron el triunfo racinguista en Caballito con un inicio de juego electrizante. A los dos minutos estaban 1-1. Madrugó el wing izquierdo Clemente Comaschi poniendo el 1-0 para la visita y en la reanudación, lo empató Emilio Faraldo. Antes de que termine el primer tiempo fue Juan Hospital quien marcó el 2-1 para Racing. El popular Pichín Hospital fue un entreala izquierdo de excepción, que jugó once temporadas para la Academia (denominada así desde año de 1915) y ganó 19 títulos entre torneos y copas.
En el segundo tiempo, un penal y un derechazo de Alberto Ohaco establecieron el 4-1 final, que demostró las distancias entre uno y otro. Racing cumplió una campaña excepcional en aquel campeonato, con 22 victorias y dos empates, 96 goles a favor y apenas 7 en contra. Ohaco, justamente, fue el goleador del torneo con 30 conquistas, seis más que su compañero Alberto Marcovecchio, que hizo 24. San Lorenzo se fue recuperando de a poco y alcanzó el decimotercer lugar en la tabla, con 10 triunfos, 3 empates y 11 derrotas.
En esos primeros enfrentamientos, la lógica se impuso sobre el voluntarismo, a pesar de que estamos hablando de fútbol. Porque Racing repitió sus triunfos en los años en los que siguió revalidando su título de campeón. Lo hizo en 1916 por 4-0, en 1917 por 1-0 ya en el nuevo campo azulgrana de Avenida La Plata y finalmente accedió a la localía ganando 2-1 en 1918 y 3-1 en 1919. Justo cuando cerró su cosecha de siete torneos seguidos en el bolsillo, para 1920 San Lorenzo se recuperó y lo venció en los dos partidos: fue 2-1 como visitante en Avellaneda, con goles del famoso wing derecho Alfredo Carricaberry y de Emilio Votta, siendo otro crack como Natalio Perinetti el autor del descuento de tiro libre. Eso ocurrió el 4 de abril y en la revancha jugada en Boedo, el 15 de agosto, repitió el resultado con tantos de Alfredo Larmeu y de Rafael Calvo, que hizo el gol del triunfo a tres minutos del final. Antes había igualado otra figura académica, el malogrado Albérico Zabaleta, que falleció a los 26 años en 1923, por causa de un golpe que sufrió en un partido del campeonato contra Tigre.
En los años veinte San Lorenzo también se sumó al grupo de equipos campeones y la rivalidad fue tomando color hasta convertirse en uno de los clásicos que explotó años antes de la existencia del profesionalismo. El futuro Ciclón ganaría los últimos cuatro partidos entre ambos en la previa de 1931. El historial del amateurismo refleja el crecimiento azulgrana. Fueron 18 partidos, con 9 triunfos de Racing y 7 de San Lorenzo, más dos empates. Entre ambos se quedaron con cinco títulos de los diez jugados y el apoyo popular fue masivo.
En los años treinta habría cambio de manos. El equipo de Avenida La Plata pasaría arriba porque supo aprovechar su localía y cumplió mejores campañas, en tanto Racing sufriría un largo período sin volver a campeonar, un ciclo que se extendió entre 1925 y 1949. En aquella década de 1931 a 1940, San Lorenzo logró tres veces hacerle cinco goles en su cancha, al tiempo que Racing solamente lo consiguió en 1931, cuando venció 5-0 en Avellaneda, con una descomunal actuación de Alfredo Devicenzi, autor de cuatro tantos. Fueron ocho triunfos sanlorencistas, ocho empates y cinco victorias académicas. Encima, el Gasómetro sería casi inexpugnable en ese tiempo para Racing, que pasaría 18 años sin éxitos allí, entre 1923 y 1941.
Racing inició el torneo de 1941 goleando 4-1 a Lanús en su estadio y en la segunda fecha sorprendió derrotando 4-2 a San Lorenzo como visitante. Llegó a ir ganando 4-0, gracias al oportunismo del corpulento José Liztherman, que había surgido en Atlanta y continuó por Boca y Ferro antes de recalar en Racing, donde en aquel 1941 se dio el gusto de convertir 23 goles, siendo el cuarto máximo goleador del torneo detrás de José Canteli, Arsenio Erico y el vasco Lángara. En aquel choque en Boedo, tres goles de Liztherman y otro de Félix Díaz que conectó el enésimo desborde del genial Enrique Chueco García armaron el festival albiceleste, aunque San Lorenzo descontó dos veces gracias a un autogol de Cuello y un cabezazo de Borgnia.
En las dos fechas siguientes Racing superó primero a River (3-2) y luego a Boca (4-1), pero lentamente se fue alejando de la punta. En la revancha, sin embargo, se impuso al Ciclón por 2-1, por un precioso tiro libre de Juan Devizia y otra aparición de Liztherman, que con una volea clásica fulminó al arquero Luis Heredia. San Lorenzo enhebraría seis victorias en siete partidos jugados en Boedo, aunque su triunfo en Avellaneda el 21 de junio de 1942 por 3-2 no podría repetirse durante 21 años, porque volvería a ganar en campo de Racing recién en 1963, cuando lo hizo por 1-0 con un bombazo sorpresivo del zaguero tucumano Rafael Albrecht, que encontró sin defensas al arquero Luis Carrizo.
Los años cuarenta fueron tan parejos como entretenidos: siete victorias para cada uno y seis empates, con una igualdad en un partidazo, el 28 de mayo de 1944 en Avellaneda. Fue por lejos la recaudación más alta de la jornada (32.844 pesos) encima de Central-River (25.005 pesos) y Boca-Newell’s (23.507 pesos). Félix Díaz, un entreala goleador surgido del semillero de Racing, abrió la cuenta a los 3m, pero el Ciclón reaccionó y cuatro minutos empató Emilio Fizel, para enseguida aumentar Roberto Alarcón. Golazo de José Barreiro y nuevo tanto de Félix Díaz, para llegar al descanso con ventaja albiceleste por 3-2. Lo empató Alarcón, otra aparición de Díaz, la figura del clásico para el 4-3 local y finalmente, en el último minuto, la calidad de Rinaldo Martino, que parado sobre la izquierda ingresó al área y clavó un zapatazo muy lejos del arquero Quatrocchi. Partidazo, 4-4. Expectativa ampliamente justificada.
Para fines de 1950, el historial registraba la mínima ventaja azulgrana (22-21) con 16 empates. Desde ahí hasta 1960, la recuperación de Racing fue impresionante. Mantuvo el invicto en su cancha (nueve victorias y un empate) con muy buena cosecha en el Gasómetro (cinco éxitos) redondeando una superioridad aplastante: 14 triunfos contra dos escuálidos partidos ganados por el Ciclón como local y cuatro empates. En una época donde las pasiones se desataban y la política metía la cola una vez más en el fútbol, Racing se floreó en 1956, cuando venció 6-2 a su rival, con dos goles de Manuel Blanco, un penal que convirtió Corbatta y tantos de Maschio, Mendiburu y Pizzuti, descontando Facundo y Gutiérrez para el Ciclón. San Lorenzo logró su primera victoria de la década en la última fecha de 1958, cuando la Academia ya se había consagrado campeón. Fue un caluroso 27 de diciembre y el Ciclón logró vencer con dos goles de Norberto Boggio. Los incidentes del final, entre los campeones que se querían ir y los vencedores que querían festejar, impidieron que el partido terminara en paz.
Los años sesenta también tuvieron lo suyo. Racing se consagró campeón en 1961 con un triunfo sobre San Lorenzo en Avellaneda. Fue 3-2, el 12 de noviembre, cuando todavía faltaban seis puntos en juego. La Academia ganaba 3-0 (un gol de Rubén Sosa y dos penales convertidos por Oreste Corbatta) hasta que a los 32m del segundo tiempo el público racinguista invadió el campo para festejar y dar la vuelta olímpica. Los jugadores locales fueron despojados de sus camisetas y los hombres de San Lorenzo se fueron a los vestuarios. Sin embargo, el juez Manuel Velarde –que también se había ido por el túnel- regresó cuando habían pasado 20 minutos y tras la llegada de nuevas casacas para los racinguistas hizo seguir el partido. José Sanfilippo descontó de penal y Carlos Cabrera concretó un centro de Guillermo Reynoso. El partido terminó 3-2.
Racing formó el mítico equipo dirigido por Juan José Pizzuti y ganó el torneo de 1966. En ese año, le ganó los dos partidos al Ciclón. Fue 2-1 en el Gasómetro con un gol madrugador de Juan José Rodríguez (el popular Yaya) y un tremendo cabezazo del Coco Basile. La Academia jugó con diez hombres desde los 22m del primer tiempo y soportó el descuento de Héctor Veira antes del final de la etapa inicial, que metió un zurdazo esquinado entre Luis Carrizo y el poste. En la revancha hubo fiesta total, porque Racing ya se había consagrado campeón. Otro cabezazo de Basile y un bombazo de Roberto Perfumo tras un toque en un tiro libre indirecto dentro del área hicieron la diferencia.
También San Lorenzo ganó un único torneo en esa década y fue con los recordados Matadores. Campeón invicto en 24 fechas, se topó con Racing en aquel Metropolitano y en el inicio del torneo empataron 1-1 en Avellaneda, con goles de Mario Chaldú de cabeza para el local y del correntino Pedro González para el Ciclón. En la revancha, en medio de su grandiosa campaña, San Lorenzo no tuvo problemas para vencerlo 3-0 con un gol del propio González y dos tantos en los minutos finales del talentoso Carlos Veglio.
El resumen numérico del período 1961-1970 refleja que jugaron 20 veces, con ocho triunfos albicelestes, seis empates y seis victorias azulgranas. La distancia se fue ampliando a favor del cuadro racinguista, que para fines de 1970 quedó arriba en el historial por 43 partidos ganados contra 30 que consiguió San Lorenzo y 26 igualdades, en un total 99 encuentros. En ese lapso hubo un par de clásicos más especiales que otros. En 1964, la Academia se floreó en Boedo al vencer por 3-0 a su rival, con dos goles del joven Juan Carlos Cárdenas y un penal que convirtió César Luis Menotti. El cuadro azulgrana había ganado el partido de ida como visitante, porque el Bambino Veira lo vio adelantado al arquero Agustín Cejas y lo superó con un remate de emboquillada. Veira tenía 18 años y fue el goleador del campeonato con su zurda talentosa.
penal que convirtió Quique Wolff.