Cuando se inició la segunda rueda del torneo de 1950, la adrenalina subió. En la segunda jornada se produjo un escándalo increíble mientras se desarrollaba el partido que Vélez le ganaba a Huracán por 3-1 en Parque Patricios. A falta de cinco minutos el árbitro inglés John Meade tuvo que suspender el juego por la gravedad de los incidentes, luego que el puntero derecho Nápoli, venciera a Héctor Ricardo y estampara el 3-1 para Vélez.
Dijo el diario El Laborista que “un incidente en el que tomaron parte jugadores, masajistas, entrenadores y algunos particulares, motivó la suspensión del encuentro entre Huracán y Vélez Sársfield. El match, se había disputado ya en un clima de violencia. Los locales habían protestado el segundo gol de Menéndez, por estimar que previamente Quiñones había sido victima de un foul que los había hecho quedar indecisos en espera de una decisión del referee, pero la realidad es que esa protesta y algunas intervenciones malintencionadas no hacían prever un epílogo tan lamentable.”
El origen de la pelea generalizada hay que buscarlo en el choque que tuvieron el defensor Badin y el delantero Mallegni, según siguió contando el cronista de El Laborista
en la edición del lunes 21 de agosto: “Se vió que a muy corta distancia ambos se aplicaban algunos golpes de puño y enseguida salió corriendo del arco, en actitud agresiva, Ricardo.
Llegó Ricardo a toda carrera y sobre la marcha le dirigió un puñetazo a Mallegni, sin alcanzarlo. En cambio sobre él se abalanzaron algunos hombres de Vélez y entonces dio comienzo la batahola entre los jugadores, al tiempo que hacían su ingreso al campo de juego los masajistas, entrenadores, aguateros y algunos particulares, que también tuvieron activa participación en el reparto de puñetazos y puntapiés.”
La pelea duró una eternidad: cinco minutos. “Durante cinco minutos, los aficionados que en las tribunas mantenían una actitud pasiva, pudieron presenciar como se golpeaban impunemente jugadores, entrenadores, masajistas y particulares, hasta que la entrada de la policía y algunos miembros de las Comisiones Electivas pusieron término a la tremolina. Una vez que renació la calma, los jugadores de Huracán se sentaron en un sector del campo y los de Vélez lo hicieron en el opuesto a la espera de una resolución del juez, pero éste no apareció nuevamente en el campo y tras permanecer durante quince minutos, abandonaron el field, primero los locales y luego los visitantes. Lo hicieron cuando el intérprete anunció que el juez había suspendido el encuentro por los incidentes relatados”, explicó el periódico.
Entonces ocurrió algo singular, una circunstancia que se diferenció de la mayoría de hechos similares que habían ocurrido anteriormente. La Policía Federal dispuso detener y a todos los jugadores que participaron del encuentro, junto a los colaboradores de los equipos y el grupo fue trasladado desde la cancha de Huracán hasta la comisaría más cercana, la 28ª y procesarlos por desórdenes.
Explicaba el diario que “No suponían los players del equipo del Globito, como así tampoco lo del club de Liniers que iban a tener que pasar tantas horas en la cárcel de contraventores. Esas horas en Villa Devoto que no se las sacará nadie. Llevados a la seccional, inmediatamente de terminado el espectáculo, los dirigentes de ambos clubes realizaron gestiones para obtener la libertad pero, pasada media noche, todos los detenidos fueron trasladados a Villa Devoto donde, por desorden, debieron sufrir el castigo para tal infracción. Por su parte, las comisiones directivas de Huracán y Vélez Sárfield se han dirigido a la Asociación culpando al árbitro del lamentable epílogo que tuvo el partido, aduciendo que no supo imponer su autoridad para reprimir el juego brusco.”
En la mañana siguiente, los jugadores recuperaron la libertad, lo mismo que los allegados a los equipos que habían quedado detenidos. Si habían zafado de la cárcel, no pudieron hacer lo mismo con el Tribunal de Penas de la AFA, que en una de sus sanciones más duras y ejemplificadoras decidió suspender a todos los jugadores. A los 22.
El mundo futbolístico se alborotó por la violencia del incidente y por la participación masiva de los jugadores, algo que se había atenuado con la intervención de los árbitros ingleses. Por esa razón Valentín Suárez, presidente de la AFA, se juntó el miércoles 23 con los capitanes de los equipos de primera división y los directores técnicos para pedirles que aflojaran con tanta violencia y con tanta agresividad dentro de la cancha. Una historia que ya había ocurrido en 1937 y que volvería a repetirse infinidad de veces.
Las penas a los futbolistas las explicó el diario El Mundo del viernes 25 de agosto: “Dictó anoche el Tribunal de Penas, presidido por el doctor Domingo Peluffo, su dictamen sobre los lamentables incidentes del encuentro disputado el sábado último entre los teams de Huracán y Vélez Sársfield. La extraordinaria expectación que había creado en el ambiente deportivo de todo el país dicha resolución sobre el ingrato episodio, se vio ampliamente satisfecha con el ejemplar fallo que emitió el citado cuerpo de penas, el cual aplicó enérgicas medidas a los 22 jugadores que intervinieron en los hechos producidos en el field de Huracán. Cabe destacar que todos los integrantes de ambos conjuntos fueron suspendidos. A los once futbolistas de Huracán les correspondió castigos que oscilan entre 5 y 15 partidos y a los de Vélez Sársfield suspensiones entre cinco y seis fechas. Se dio además por perdido el encuentro a Huracán, no excluyéndose tampoco a directores técnicos, entrenadores, masajistas y ayudantes de masajistas.”
Informó el matutino que fueron suspendidos el arquero huracanense Héctor Ricardo con 10 partidos, por abandono de su puesto para intervenir en incidente y por agresión comprobada. Se sancionó con 8 partidos a Mario Uzal por agresión e indisciplina, correspondiéndole además el artículo por reincidencia; con 6 partidos a Juan Manuel Filgueiras, por indisciplina e intervención en la agresión, inhabilitándolo además por el término de un año para ejercer el cargo de capitán de equipo; 15 partidos a Miguel Andrés Di Pace, por intervención en la agresión y falta de respeto al Tribunal de Penas; 5 partidos a los jugadores, Néstor Omar Naya, Ricardo Quiñones, Luis Isidro Bravo, Cesáreo Cortón, Francisco Arbios y Juan Carlos Jiménez, por intervención en la agresión e indisciplina y 5 partidos a Lino Antonio Badín, por participar en la gresca.
Entre los jugadores de Vélez, le correspondieron seis partidos a Armando Mauricio Ovide, por intervenir en la agresión e indisciplina, y por su condición de reincidente se le impuso también como accesoria la pena de inhabilitación por un año para ejercer el cargo de capitán de equipo; suspensión de 6 partidos a Miguel Armando Rugilo, Jorge Ruiz, Carmelo Raúl Nápoli y José Bernardino Menéndez, por intervenir en la agresión e indisciplina correspondiéndoles además el artículo como reincidentes. Cinco partidos a Pablo Mallegni (agresión y provocar) y la misma cantidad a Daniel Curuchet, Ángel Natalio Allegri, Domingo Scrugli, Orlando Costa y Osvaldo Zubeldía por intervenir en las agresiones e indisciplina.
El árbitro inglés Meade fue parado por una jornada y recuperó su condición profesional al dirigir el encuentro que River le ganó a Atlanta por 4-1, el 3 de septiembre. Lo curioso fue tanto Vélez como Huracán tuvieron que apelar a suplentes y juveniles. En la fecha siguiente a la suspensión masiva, Vélez perdió 2-0 con Banfield como local y en las siguientes seis jornadas apenas pudo ganarle a Rosario Central y a Platense, a medida que volvían sus jugadores.
Lo de Huracán fue épico. El 27 de agosto le tocó enfrentar nada menos que a su clásico rival, San Lorenzo, en el Gasómetro. El partido lo ganaba el cuadro azulgrana por 2-0 cuando tres apariciones del juvenil José Vigo le dieron la victoria al equipo remendado de Parque Patricios por 3-2, lo que provocó un festejo extraordinario. La dimensión de las sanciones fue mermando las posibilidades de Huracán en el torneo que perdió seis de los siguientes siete partidos, quedando seriamente comprometido para mantener la categoría.
En ese contexto, agobiado por la mínima cosecha de puntos, Huracán fue hasta Caballito para visitar a Ferro Carril Oeste, el 15 de octubre. El partido tenía un condimento extra, porque en los días previos, el joven arquero de Ferro Roque Marrapodi había denunciado públicamente un intento de soborno de allegados a Huracán. La acusación provocó una larga investigación del Tribunal de Penas que llegó a tener algunas evidencias que implicaban a dos particulares, simpatizantes del cuadro de Parque Patricios, pero sin las suficientes pruebas. No hubo sanción alguna. El encuentro lo ganó Huracán por un insólito 6-1 en Caballito y el resultado provocó la separación del zaguero Filippo, que no integró más la formación de Ferro en el resto del campeonato.
El torneo de 1950 que ganó Racing con ocho puntos de ventaja sobre Boca e Independiente, cerró el primer éxodo masivo de jugadores hacia el extranjero. Colombia se apoderó de muchos y excelentes futbolistas y varios partieron también al fútbol europeo, que se estaba reconstruyendo tras los horrores de la guerra. El hecho debilitó a numerosos equipos y provocó alteraciones importantes en las formaciones, que se conocían de memoria porque los jugadores se quedaban varios años en los mismos clubes.