No es nada frecuente mantener el invicto de una cancha. De vez en cuando lo consiguen los equipos más poderosos, que tienen la chance de renovar planteles, comprar jugadores a cuadros más modestos y contar con más chances que los demás. Sin embargo, la campaña de Banfield en los primeros años cincuenta fue extraordinaria. No solamente porque alcanzó el primer lugar junto con el bicampeón Racing en el torneo de 1951 y debió disputar dos partidos de desempate, sino porque convirtió su estadio, el actual Florencio Sola, en una fortaleza casi invencible.
Banfield arrancó el torneo de 1950 y tras dos empates con Gimnasia y Chacarita, el 16 de abril fue vencido 3-1 por Vélez, en su propia cancha. Dos goles de José Russo y uno de Eduardo Fernández, dieron vuelta el marcador que había abierto Juan José Pizzuti, al convertir un penal. Desde esa tarde, el popular Taladro mantuvo su cancha invicta en todo el torneo: sumó 10 triunfos y 5 empates, lo que ayudó bastante para que alcanzase el séptimo lugar en la tabla de posiciones, a cuatro puntos de los escoltas de Racing, que fueron Boca e Independiente.
A esos 15 partidos sin derrotas hay que sumarle todo el año 1951 cuando peleó hasta el último minuto el campeonato, mano a mano con el poderoso Racing Club. En ese año, Banfield ganó 11 partidos y empató 5, destacándose el 5-0 a Independiente en la última fecha, además de anteriores victorias ante 2-1 sobre Boca y 3-0 a San Lorenzo. Ya allí computaba 31 encuentros seguidos con la localía invicta.
Pasó 1952 y el gran Banfield subcampeón no pudo repetir la misma actuación, pero se las arregló para finalizar en el quinto lugar y siguió con su cancha invicta. De los 15 compromisos que jugó en el Sur, se impuso en 11 y empató los 4 restantes. La cifra se había estirado hasta los 46 partidos sin derrotas en casa. Llegó 1953 y se rompió la marca. Quedó en 49, porque al inicio pudo imponerse sobre Chacarita, Gimnasia y Lanús, pero fue Platense su verdugo.
El Calamar lo batió por 3-1 en el Sur, el 4 de junio de 1953, después de irse al vestuario perdiendo 1-0, gracias al gol banfileño que conquistó Adalberto Rodríguez. En la segunda parte, empató Alfredo López, desniveló Horacio Torello y el máximo goleador Calamar de la historia, Vicente Sayago, metió el tercero con un zurdazo cruzado que superó al arquero Manuel Graneros.
La racha invicta de su cancha se mantuvo por 49 partidos. O 38 meses. Que no es poco. Es muchísimo.