Pasó el 20 de abril de 2002 y el recuerdo siempre sigue siendo una pesadilla. Platense había apostado por armar un buen equipo pensando en el regreso a Primera División. La campaña fue buena, pero al mismo tiempo había que sumar puntos para evitar el descenso. Ese año eran siete ¡¡Siete!! los descensos a la tercera categoría. La cuestión es que en la última fecha, el Calamar debía jugar contra Racing de Córdoba, que también necesitaba ganar. Lo único que los condenaba a ambos era empatar porque se anulaban entre sí.Eso pasó. Fue 2-2 en un partido con muchísimos hinchas, porque si Platense ganaba se quedaba con el primer puesto de su zona y jugaba el octogonal por el ascenso a la A. Lo increíble fue que pudo haber terminado 4-4 o 5-4 para cualquiera de los dos, porque ambos desperdiciaron una enorme cantidad de situaciones de gol. Platense vencía 2-1 y un penal bien cobrado a minutos del final le permitió empatar a los cordobeses, algo que condenó a los dos. El final fue con incidentes, gases lacrimógenos en una época muy complicada por la crisis económica y la gente del Marrón que no entendía cómo se había descendido dos veces en cuatro años.De aquel equipo queda rescatar la voluntad y calidad de Ramón Rojas, la solidez de Alfredo Grelak que se fracturó contra Rafaela y dejó al equipo con un hueco en el fondo por su gran categoría, la peligrosidad de Diego Graieb y el temple del resto. Pasarían cuatro largos años hasta que Platense volviese a la B Nacional.