El comentario de los futboleros veteranos nace sin que se les pregunte: “¡Qué bueno es el Cuti Romero!”, otro dirá que lo hace acordar a Roberto Perfumo o a Luis Galván o a otro zaguero central de tiempos remotos. Lo que está claro es que hay millones de asombrados hinchas que fueron viendo la evolución del defensor cordobés en la propia selección nacional y en algún caso, siguiendo al irregular Tottenham Hotspur de la liga inglesa por televisión.
Romero salió de las entrañas de Belgrano y apenas jugó un puñado de partidos oficiales (19) con esa camiseta, para ser vendido al Genoa italiano en casi 1,9 millones de euros por el 90 por ciento del pase. Se hizo fuerte en ese club y enseguida apareció Juventus, que lo prestó. Se fue para Atalanta, donde creció rápidamente, al punto que fue elegido el mejor defensor de la liga en 2021, el año de su debut en la selección nacional.
Los dirigentes de Bérgamo lo compraron y no perdieron tiempo: lo transfirieron en más de 48 millones de euros al Tottenham Hotspur londinense. Allí sigue hoy, a punto de cumplir 100 partidos oficiales con la camiseta blanca y un respeto absoluto de hinchas, periodistas y el ambiente futbolístico inglés.
En cambio, en Argentina aprendimos a disfrutar su crecimiento, su conversión a ser un jugador imprescindible, que no puede faltar y que no hace extrañar a nadie en esa posición. En un país con una rica historia en marcadores centrales, los apellidos añejos de Perfumo y de Galván, de Olguín y de Villaverde, de Gamboa, el Tata Brown y Cacho Borelli, de Roberto Ayala, pasan de largo y se rinden ante el cordobés de 26 años cumplidos el 27 de abril.
Esta Copa América solamente ratifica su gran momento, que ya parece ser una constante en su excelente rendimiento. Único jugador de esta selección con más de 180 centímetros de altura (exceptuando a los arqueros), Romero es muy fuerte en el cabezazo, en el mano a mano por abajo, ante un habilidoso que pretende amargarle o gambetearlo, no tiene pruritos en ser áspero y durísimo cuando se lo necesita y encima, agregó soltura para salir jugando y hasta generar un pase inesperado o profundo.
Hoy parece un jugador sin defectos, aunque quizá la rudeza de algunas acciones lo expone al límite de la tarjeta amarilla o la roja, de acuerdo al criterio arbitral o del VAR. Con Lisandro Martínez forman una dupla atípica, por los estilos de juego de ambos y también por la estatura. Por ahora, están saliendo victoriosos con holgura. Y si juega Nicolás Otamendi, no cambia nada, quizá haya menos salida clara porque son más parecidos con el hombre del Benfica portugués, pero dan idéntica garantía de seguridad.
Silencioso, habla con su juego y es una figura rocosa, en el límite del impasable que supieron ser otros cracks argentinos en esa posición. Pretender sacarse de encima alegremente a Romero hace recordar a lo que sufrían otros jugadores con Daniel Passarella u Oscar Ruggeri.
El país y su selección, han ganado un líder especial, que se ha metido a todos en el bolsillo. Ya tiene dos títulos festejados y va por el tercero. No es Messi ni Di María pero el valor que tiene Cuti Romero hoy, se cotiza en el más alto nivel.