Después de haber transmitido varios partidos del mundial de básquetbol que se hizo en la Argentina, me desvinculé periodísticamente de este deporte por la sencilla razón de que el fútbol atrapó todo mi tiempo y casi todo mi interés. Estaba trabajando en Fútbol de Primera y siempre surgían partidos cuando lo hacíamos en Canal 9, en aquellos años 1990 y 1991. Sin embargo, para junio de 1992 el canal decidió transmitir el torneo Preolímpico de Portland, Estados Unidos. Sería algo similar a cuando viajé en 1980 a Puerto Rico para cubrir aquel campeonato similar cuando la Argentina obtuvo la clasificación a los Juegos Olímpicos de Moscú pero la dictadura militar prohibió que los representantes argentinos participaron.
Doce años después y con otros basquetbolistas, hubo una nueva oportunidad. Esta vez, no hubo viaje a la lejana ciudad de Portland, sino transmisiones desde el mismo Canal 9, relatando al equipo albiceleste acompañado por Hugo Lencina, un colega de enorme experiencia y mucho conocimiento de básquetbol. Así lo hicimos durante una semana, en lo que fue una aceptable tarea de la Argentina, pero sin chance de clasificación para Barcelona’92, por la sencilla razón de que en el mismo grupo le tocaron los Estados Unidos y Canadá. El 27 de junio la Argentina arrancó muy bien, venciendo con solidez a Panamá por 94-76, pero volvimos a tropezar con Canadá, que en la segunda jornada venció a nuestro país por 87-80. Hubo fecha libre el tercer día, un triunfo apretado contra Cuba por 73-71 y la despedida fue nada menos que contra Estados Unidos.
Claro, no era un simple equipo norteamericano, sino que sería la primera vez en que los jugadores de la NBA tomarían parte en una competencia FIBA masivamente. Los estadounidenses se habían prometido a sí mismos ganar los Juegos Olímpicos y para eso prepararon el famoso «Dream Team»: el verdadero y único «Dream Team» porque pusieron en el rectángulo a sus jugadores más valiosos y más espectaculares. O sea que Marcelo Milanesio, Héctor Pichi Campana, Hernán Montenegro, Juan Espil, Luis Villar, Diego Osella y el grupo de argentinos tuvo que enfrentarse contra Michael Jordan y su socio Scottie Pippen (que ya habían ganado su primer título con los Bulls de Chicago), Karl Malone y John Stockton de Utah Jazz, el mítico Larry Bird, el increíble Magic Johnson, el «almirante» David Robinson, el pétreo y talentoso Charles Barckley, además del gigante Pat Ewing y el hábil Clyde Drexler.
No hubo equivalencias, jamás podía haberlas. De hecho, Estados Unidos ganó todos sus partidos y en los JJ.OO. amplió la enorme ventaja sobre equipos europeos hasta ganar los partidos con una diferencia promedio de 44 puntos.Lo que van a ver es la transmisión de aquel partido entre el Dream Team -el único e irrepetible- y la Argentina. Fue 128 a 87 y nadie pudo hacerle semejante cantidad de puntos al combinado estadounidense. Fue un relato limitado por la emoción, por no poder estar en el lugar del partido y por las cuestiones técnicas.
Un momento histórico, algo que veríamos asombrados diez años después cuando la Generación Dorada rompería todos los moldes y vencería a una especie de Dream Team por 87-80 dejando sin palabras a los especialistas y logrando lo imposible. Aquel partido de 1992 merece verse de nuevo, de paso, para entender lo que significó la Liga Nacional para el crecimiento de nuestro básquetbol y que los intocables pesos pesados de la NBA ya eran humanos como todos los demás.
Foto: CABB