Reconocido periodista deportivo, se hizo hincha del Calamar por su papá, que era de Núñez y lo llevaba al viejo estadio de Manuela Pedraza y Crámer. Con los años comenzó a indagar en la historia de la institución y hoy es probablemente quien más sabe del Marrón.
Por Tomás Labrit
tlabrit@periodicoelbarrio.com.ar
Alejandro Fabbri recibe a este periódico en un café de Caballito, el barrio en el que nació y siente como propio, pese a que en sus 62 años haya vivido en otros puntos de la Capital Federal. Pasó por San Telmo, Congreso, San Cristóbal, Constitución y Boedo, hasta que hace un año regresó a su pago. “Siempre estoy de Rivadavia para acá”, aclara. Es inminente el comienzo de Rusia 2018 y los televisores del bar, ubicado en Pedro Goyena y Bertres, así lo reflejan. “Se viene el embole del Mundial: la verdad que a mí ya me aburre -sorprende el histórico conductor de TyC Sports-. El Mundial le interesa mucho a la gente que no sigue el fútbol, entonces todos opinan alegremente de todo”.
-El famoso “hablemos sin saber”…
-Como en la política. Los que votaron a Macri ahora se sorprenden por todo lo que pasa, pero no es nada novedoso.
-¿Cómo ves el presente del país?
-Está muy complicado. El futuro está complicado. Si pediste 90 mil millones de dólares y no hiciste absolutamente nada, estás en un problema. El gobierno anterior, con todos sus errores, te dejó sin deudas. ¿Dónde viste a un gobierno de millonarios que ayude a la gente? No existe. El Gobierno anterior también cometió muchos errores en los últimos años. Al principio no, pero el último gobierno de Cristina fue patético. Pero estos son mucho peores, porque son los dueños del país.
-Tampoco hay una alternativa opositora clara.
-Era lo que pasaba antes: tampoco había alternativa contra el kirchnerismo. Pero éstos son los tipos que manejaron siempre todo y no quieren que la Argentina sea un país más justo. Sin la represión de los militares, es una repetición del plan económico de la dictadura y del menemismo. Prometen lo mismo que hace 40 años y además se burlan de la gente. Decían que solucionar la inflación era una pavada.
-Como vecino de la Ciudad, ¿qué opinás de la gestión del PRO?
-No es mala, han hecho muchas cosas buenas y, en general, la Ciudad está mejor que antes. Rodríguez Larreta ha hecho bastante más que Macri, pero le da bola a la zona norte. A Caballito también porque es una suerte de Belgrano bis, no era así cuando yo nací. Una de las promesas incumplidas es hacer subtes: es caro pero hay que hacerlo. Prefiero que sigan gobernando la Capital, pero no el país. Tienen una mentalidad de la década del 30, por más que sean modernos y manejen las redes sociales. Es lo mismo que en el fútbol. La Superliga es como el macrismo: Boca y River, nada más.
-Ya que introdujiste el tema, sos muy crítico de la llamada “AFA bostera”.
-Los diez cargos principales son ejercidos por funcionarios de Boca. Macri fue presidente del club y es lógico que esté más cerca del fútbol, pero esta concentración nunca pasó. Más allá de que él terminaba definiendo todo, con Grondona siempre había dirigentes de otros clubes en cargos importantes y salían campeones muchos equipos. Ahora la idea es Boca y River, River y Boca, como en la liga de España.
-O sea que el cambio en la AFA fue para peor…
-Por supuesto. Puede ser que sea mejor en la profesionalización del fútbol y la organización de los calendarios, pero el Gobierno, fiel a su ideología, también quiere introducir en los clubes las sociedades anónimas. No tiene nada que ver con la historia del fútbol argentino. Va a ver una resistencia muy grande, por lo menos de los clubes más importantes. River y Boca no van a ser privatizados, como tampoco lo fueron Barcelona y Real Madrid. En la Argentina los clubes tienen una función social muy grande y una historia larguísima.
-¿Te convenció la primera experiencia de la Superliga?
-Es un campeonato con demasiados equipos, cuatro descensos cantados y un súper-equipo campeón que se complicó sólo. Faltó atractivo. Me preocuparé más cuando juegue Platense en la Superliga.
-Hablemos del Calamar. ¿Cómo te hiciste hincha?
-Mi viejo nació en Cuba y Juana Azurduy y mi abuelo en Iberá y Ciudad de la Paz, a tres cuadras de la cancha de Manuela Pedraza y Crámer.
-O sea que fue una cuestión hereditaria.
-Claro, por ir a la cancha de chiquito con mi viejo. Cuando Platense perdió el estadio de Manuela Pedraza yo tenía 15 años. Desde los seis iba a esa cancha, que se inauguró en 1917. Tenía un arco sobre Manuela Pedraza y otro sobre Guayra (actual Tamborini). En el 64, cuando ascendió Platense después de descender por primera vez en el 55, dieron vuelta la cancha. Pasó a tener un arco en Crámer y otro cerca de Amenábar. Era una manzana más larga. Atrás estaba el Velódromo y, en el medio, la cancha de básquet.
-¿Nunca confrontó en vos esa creencia de que el periodista deportivo no debe decir de qué cuadro es?
-No. Yo transmití a Platense 11 años en Primera, desde el 88 al 99, y todos sabían que era hincha. No iba a hablar bien del equipo si jugaba mal. Hay periodistas que creen que no se puede decir, pero yo lo he discutido con algunos. Tienen miedo porque hay hinchadas muy complicadas.
-¿La pasaste mal en algún estadio alguna vez?
-Con Walter Nelson fuimos a la cancha de Tigre en 2007 y estuvo complicado. Me asomé en la cabina y parecía Videla en Plaza de Mayo: se dieron vuelta a putearme dos mil personas. Nosotros habíamos perdido la final con Tigre en la B Metropolitana. Vino Massa a la cabina a preguntar qué pasaba y después hizo gestos a la tribuna para calmar a los hinchas. También tuve problemas en Argentinos Juniors y Chacarita, que son rivales históricos a los que Platense les ha ganado siempre. Hay gente que me dice que fue un error haber dicho que soy hincha, pero nunca hablé bien del equipo a propósito. No soy un fanático que grita los goles en la cabina y por eso en el laburo me respetan.
-¿Cómo analizás la última temporada, que se coronó con el ascenso?
-Fue muy buena. Conozco a los principales cargos de la dirigencia y tienen una ventaja: antes estuvieron haciendo el “colegio primario” en otras comisiones del club. Saben lo que no hay que hacer, aciertan en la búsqueda de sponsors y tenían la visión de salir rápido de esta categoría. Tiene mucho que ver que haya gente que sepa de fútbol.
-¿Qué le espera a Platense en la B Nacional?
-No se sabe ni cómo se va a jugar. Una cosa es competir contra los equipos del interior y tener que viajar y otra jugar en una zona de Capital e interior, que sería un torneo durísimo. Además, si llega a haber público visitante -no creo que suceda- va a ser problemático, porque están Quilmes, Chicago, Temperley, Ferro, Los Andes y Morón. Platense tiene que jugar con tranquilidad. Está en Primera en fútbol femenino y fútbol de salón y en básquet estuvo a un partido de la final para ascender a la Liga Nacional. Son muchas cosas y en este momento el club no puede absorber todo. Ahora hay que armar el equipo y, si hay seis descensos de nuevo, el objetivo será mantener la categoría. La gente va a pedir el ascenso a Primera, pero eso se verá después. Yo no soy apurado. Sí mi hijo, que tiene 30 años.
-¿Cuántos hijos tenés?
-Dos. Luciana de 33 y Sebastián, que me dio a Lisandro, mi nieto, que ahora cumple ocho. No lo vuelve loco el fútbol, pero ya es Calamar. Estuvo cuando ascendimos en la cancha de Lanús.
-¿Cómo es tu vínculo con nuestros barrios por tu simpatía por Platense?
-Poca, desde el punto de vista que nunca viví por allá. Conozco sobre todo Saavedra y Núñez, de tantas veces de ir a la cancha. Había un bar alemán, el Zeppelin, que quedaba en la esquina de Juana Azurduy y Cabildo, donde íbamos a comer después del partido. Mi papá hacía el programa de radio de Platense en la década del 60 y estaba en la comisión de prensa. También comentaba los partidos en la revista oficial. Yo iba muchas veces a verlo a la radio y quizás de ahí surgió mi vocación. Seguí el mandato familiar de estar cerca de Platense, aunque estuve muchos años sin ir a verlo por mi trabajo. Como mi viejo, este año conduje por radio el programa oficial del club (La hora calamar), donde está mi hijo también.
-Lo que son las vueltas de la vida. ¿Cuánto influyó tu papá en tu pasión por el periodismo?
-Nunca me lo puse a pensar demasiado. Después de terminar el secundario en el 73, al año siguiente empecé a estudiar Ciencias Económicas en la UBA y casi todos los días iba a la Biblioteca Nacional, que quedaba en San Telmo, a buscar la historia de Platense. Mi viejo me hablaba de los años 50, del gran equipo del 49 que salió segundo, entonces yo iba a leer las crónicas de Noticias Gráficas y Crítica y de las revistas El Gráfico y Goles. Por curiosidad, empecé a sacar toda la historia de los partidos de Platense desde el 31, cuando arrancó el profesionalismo, hasta el 72. Coleccionaba los recortes de diarios y hacía carpetas con fotos. Ahí también me empecé a interesar por los otros equipos y por la historia del fútbol, que es con lo que trabajo mucho. Ahora estoy investigando la década del 20, con los equipos que jugaron en el amateurismo y después desaparecieron. Por ejemplo hay un Urquiza que jugó en Primera División en esos años y tenía la camiseta como la de Chicago. Alguna vez ustedes publicaron una nota en el periódico.
-Claro. También recordamos el estadio que Alumni tenía en Coghlan.
-Era donde jugaba, pero no tenía cancha propia. Donde Platense tuvo la cancha, en Manuela Pedraza, antes había un equipo que se llamaba Pretender, de origen inglés, donde jugaron muchos de los que después pasaron a Platense en 1910. Enfrente había otro equipo que se llamaba Manchester United, copia del club inglés, que jugó en Primera C e insólitamente tenía una camiseta marrón y blanca. En esa zona también estaba Sportivo Balcarce, que tenía su cancha en Moldes y García del Río, y jugó en Primera en la década del 20. Recordemos que por entonces había dos AFAs: Platense jugaba en la más importante, con River, Independiente, Racing y San Lorenzo; y Boca y Huracán integraban la otra, donde no había tantos rivales importantes. Por eso ganaron cuatro títulos cada uno en el amateurismo.
-¿Creés que se deben considerar los campeonatos obtenidos en esa etapa?
-Por supuesto. Sino no habría que computar el Mundial del 30 o los Juegos Olímpicos del 28 y 24, cuando Argentina ganó la medalla de plata. ¿Y qué hacemos con la Liga? Los 18 equipos que fundaron el profesionalismo lo hicieron porque había huelga de jugadores, pero la FIFA no lo reconoció. Entonces los campeonatos del 31 al 34 para la FIFA no existen. ¿Qué hacés con esos títulos? Los que se niegan al amateurismo son los hinchas de Independiente, River y San Lorenzo. Es una estupidez, porque en ningún lugar del mundo se deja de contar el amateurismo. Lo que pasa es que en esa etapa River ganó un campeonato y Boca cinco, Independiente obtuvo tres, pero Racing nueve y Huracán cuatro y San Lorenzo, tres. Pero eran los mismos equipos y las mismas canchas y camisetas, porque todos los jugadores que jugaron en el 29 y 30 después lo hicieron en el 31 y 32. Lo único que se hizo a partir del profesionalismo fue blanquear que cobraban un sueldo.
-Contando ambas etapas, ¿quién es el club más grande del fútbol argentino?
-En cuanto a títulos del fútbol local, River. No tengo dudas de eso, más allá de que ganó un título en el amateurismo. Se deben tener en cuenta los años en Primera, los jugadores de las inferiores que aportaron a la Selección y la manera de jugar, es decir la contribución al juego. En esa línea, el buen fútbol históricamente lo representaron River e Independiente, mientras que Boca y Racing mostraron la garra y el corazón. Después hay que considerar el estadio, los socios y los hinchas, que es relativo porque nunca se hizo un censo. Yo creo que Boca tiene un poco más de hinchas que River y entre los dos suman la mitad del país.
-¿Cómo llega Argentina para Rusia?
-Mal. A los tropezones, desorganizada y clasificándose de milagro, pero la veo más cerca de salir campeón del mundo que de volverse en primera ronda. Un resultado absolutamente lógico sería que llegue a semifinales. Juega Messi y los rivales le tienen temor a la Argentina. Además al equipo le sirve no ir de favorito, como pasó en el 86. Maradona no era lo que fue a partir del Mundial, Bilardo estaba muy cuestionado y el equipo jugaba muy mal, pero teníamos más jugadores que ahora. El problema es que la gente sigue creyendo que somos el granero del mundo. Alemania, Brasil, Francia y España supuestamente están encima nuestro, después habrá que ver. Quizás se destapa Higuaín, Di María no se desgarra y los arqueros hacen el campeonato de su vida. No siento ni un fracaso fuerte ni una épica como la del último Mundial, que en realidad perdimos nosotros por no haber hecho los goles que debimos.
-¿Te seduce Sampaoli?
-Tiene una contra grande: no jugó un sólo minuto en el fútbol argentino y no fue técnico en ningún equipo, entonces la gente se pregunta quién es. Lo han comparado con Bielsa y yo creo que no tiene nada que ver: es bastante menos. Él mismo ha dicho que lo admira y que ha aprendido de él. Está a tiempo de salir campeón y de armar un buen equipo, hay que darle crédito. Una vez que se elijen los jugadores, ya está. Me acuerdo que, en el 78, Menotti tenía que elegir entre Brindisi, J. J. López y Ardiles; de número diez estaban Alonso, Bochini, Villa, Valencia y Maradona con 17 años; en el arco Fillol o Gatti; de cuatro Olguín o Quique Wolf. Era muy diferente. Ahora tenés delanteros y te falta casi todo.
-¿Qué análisis hacés del periodismo deportivo en la actualidad?
-Hay periodistas buenos, regulares y malos, honestos y deshonestos y los que opinan y los que no. Hoy se exige opinar y muchas veces se hace sin conocer. También se utiliza mucho el descrédito, pero sin proponer nada. En general creo que a los dueños de los medios no les importa nada, entonces les da lo mismo un insulto al aire o que se caiga un vaso de agua. También se cree que en el fútbol todo vale y se puede decir cualquier disparate. Después están las posturas de cada medio. Yo trabajé en Estudio Fútbol durante 13 años -me fui aburrido de siempre hacer el mismo programa- y nunca nos metimos con la vida privada de un jugador. Es una cuestión de sentido común y criterio. Lo que pasa es que no hay control de calidad ni tribunal de honor. Hay periodistas que cobran comisiones y me cuesta entenderlo. Una vez, comentando un partido de Platense en Fútbol de Primera, me llamó el papá de un jugador, que tenía una casa de deportes, para ofrecerme zapatillas para mis hijos. Rechacé la oferta y nunca más me llamó nadie. Esas cosas son más comunes de las que uno imagina, pero yo puedo dormir tranquilo.
Nota: periodicoelbarrio.com.ar